PARECE que ésta vez va a ser la buena. No es porque sea un deseo tan anhelado y querido por el que escribe, sino porque las declaraciones de aquéllos que saben de esto así los confirman. Las declaraciones emocionadas con voz entrecortada y con prácticamente lágrimas en los ojos de aquéllos que han luchado contra ETA, la alegría de aquéllos que la han apoyado y la sensación de cosquilleo dentro del cuerpo de aquéllos que hemos intentado dentro de nuestras humildes posibilidades que todo esto acabara.

El escribir desde el corazón tiene que, queriendo expresar tus sentimientos, haya gente que se pueda sentir herida u ofendida, pero no es ésta mi intención, sino que lo que intento es expresar mis vivencias, que no serán muy diferentes que las de todos aquéllos que silenciosamente hemos estado viviendo y creciendo con todo aquello que ha rodeado la existencia de ETA, quiero desahogarme y decir, por fin, ya era hora.

Ayer me acordé de mucha gente y me vinieron a la cabeza todos esos recuerdos que han venido jalonando mi vida tanto política como personal. Me acordaba de cómo toda mi adolescencia y juventud se ha visto salpicada de horribles asesinatos, de acudir a esas concentraciones de Gesto por la Paz en las que teníamos enfrente a un grupo de gente generalmente más numeroso que nosotros que nos insultaban e incluso nos agredían. Me acordaba de Miguel Ángel Blanco y su secuestro y asesinato en plenos Sanfermines, del asesinato de mi vecino Tomás Caballero. Veía con dolor, y porqué no decirlo con pena, cómo amigos míos tenían que llevar escolta y cómo a algunos de ellos les intentaban asesinar, de todas aquellas reuniones, conferencias en las que dábamos oportunidades a aquella irreductible izquierda abertzale y nos contestaban con la indiferencia e incluso el desprecio. Pero también me acordaba de cómo me desplazaba a las cárceles franquistas con apenas cuatro o cinco años, con mi abuelo (teniente coronel del Carlista) para ver a mi tío Xabi, encarcelado y posteriormente amnistiado por haber sido condenado injustamente, de acudir a las sesiones del interminable juicio de Pepe Uruñuela, en el que se vio imputado por aparecer su nombre en una fundación que se decía era el brazo político de ETA y en el que fue absuelto; de Alex, mi primo, que está en prisión por hacer política. Sentimientos encontrados que hacen que cuando estoy escribiendo estas líneas me tiemblen las manos. Solo tengo claro, de todas formas, que de todo este sufrimiento ha habido un culpable y ése ha sido ETA. ¿Cuántas veces les hemos dado la oportunidad de dejarlo y o no han hecho caso o nos han engañado no solo a nosotros sino también a los suyos?

Ellos tendrán que ver si esto ha merecido la pena, y espero que lleguen a la conclusión de que no y de que tienen que dar más pasos, deben pedir perdón a todos, deben entregar sus arsenales y deben, en definitiva, disolverse y desaparecer.

Gracias a todos los que habéis hecho posible esto, gracias Lokarri, gracias todos los que todavía estáis sufriendo y ahora os vuelven los recuerdos, gracias a los que de buena fe creísteis que cuando nos engañaban decían la verdad, a tantos?

A los que no hay que agradecer nada es a aquéllos que nos han hecho sufrir durante tanto tiempo, bastante hemos aguantado y demasiado habéis tardado.

Mikel Armendariz Barnechea

Abogado