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Perejil

"AL alba y con tiempo duro de levante... con fuerte levante, 35 nudos de viento, salieron cinco helicópteros, tres helicópteros Coughar que transportaban dos equipos de operaciones especiales, con un total de 28 soldados que llegaron a la isla Perejil, y otros dos helicópteros Bolkov que se quedaron sobrevolando la zona en misiones de apoyo". La frase de casposa gloria guerrera forma parte de la antología de la estupidez en el ámbito de la política. Es de Federico Trillo, cuando era ministro de Defensa en el Gobierno de Aznar. En los tiempos de la gloria aznarista, antes de que su penosa gestión del accidente del YAK-42, en el que fallecieron 62 militares, llevara su carrera política a la picota hasta que la vuelta del PP a Moncloa le recolocó como embajador en Londres, donde deambula ahora. El pasado domingo volvió a recobrar actualidad en la red -ese espacio de impunidad, con el anonimato y el rumor como puntas de lanza, donde las noticias sin fuentes campan a sus anchas, y que sean verdad o no es prescindible-, cuando se elevó a presunta noticia el rocambolesco rumor de que un grupo de exaltados seguidores del dictador alauita de Marruecos, Mohamed VI, había llegado nadando hasta el islote de Perejil con alimentos para 15 días y plantado una bandera para reclamar la soberanía sobre ese trozo de piedra. El gobierno tuvo que enviar una patrulla de la Guardia Civil para comprobar si tal desafío a la unidad de España era cierto, y confirmar que, como no podía ser de otra forma, no había habido tal ocupación del territorio patrio. Todo el conjunto muestra el alcance del ridículo en que en ocasiones se maneja la política. Y también la información.