están empeñados en que no podamos perder nuestra capacidad de sorpresa. “Soy la madre superiora de la Congregación, deseo traspasar dos misales”. Si el informe de la Policía es cierto, la madre superiora sería Marta Ferrusola, esposa de Jordi Pujol, la Congregación sería la familia Pujol con sus siete hijos, y los dos misales, un par de millones de euros. Un entramado familiar que podría sumar 69 millones de euros. Así, leída la carta a los gestores de su fortuna en Andorra a lo bruto, resulta difícil de creer, casi un imposible. Desde el comienzo, allá por los años 80 y luego en los 90 del felipismo hasta las andanzas de la familia Borbón y la sucesión de escándalos del PP, los casos de corrupción han tenido un halo de incredulidad. Cada caso nuevo superaba al anterior mostrando siempre andanzas y hechos sólo posibles por la seguridad de una impunidad absoluta. Basta escuchar las grabaciones a Ignacio González que implican a exministros de Aznar, periodistas, empresarios, jueces, altos fiscales... todo un relato que muestra el lado más cutre, rastrero e infame del saqueo de la corrupción. Alguien algún día debería poner en orden y de forma exhaustiva este largo historial de corruptos y corrupciones desde el comienzo para que podamos tener una visión amplia y con perspectiva del alcance de un modelo político que ha agusanado en los últimos 30 años las principales estructuras del Estado español con la complicidad mutua, como se sabe ahora, de sus principales protagonistas. Para que recordemos que no es una novela de ficción, sino la pura y dura realidad. Y lo que aún no sabemos. Ni quizá sepamos nunca.