hace menos de un mes saltó la noticia en la ciudad del Ega, al igual que sucedió el año pasado en Pamplona-Iruñea.
Según la primera acepción de la RAE se considera necrofilia “la atracción por la muerte o algunos de sus aspectos”. Al parecer dos residentes en dicha ciudad se veían atraídos por la muerte de un familiar con discapacidad y no se les ocurrió mejor manera de recordar a su pariente que conservar y seguir utilizando, de manera fraudulenta, la tarjeta de estacionamiento para personas con discapacidad.
Evidentemente se trata de dos personas sin escrúpulos y sin empatía alguna por aquellas que necesitamos esas plazas de aparcamiento.
Es cierto que andar puede parecer una cosa sencilla. De hecho, la mayoría de la gente camina sin ninguna dificultad.
Mi madre siempre cuenta que comencé a andar a los diez meses y yo suelo decir que, como empecé tan pronto, ya se me están acabando los pasos.
Lo que no me cabe en la cabeza es que personas que han tenido relación con la discapacidad puedan cometer casos como el que nos ocupa. Simplemente por haber podido comprobar el esfuerzo que nos supone dar un solo paso o ver el esfuerzo que supone a los familiares intentar facilitarnos la vida, no puedo entenderlo.
Además de la multa que supongo que tendrán que pagar, desconozco si tendrán algún otro tipo de castigo.
Uno podría ser que como estas personas han utilizado la tarjeta sin tener derecho a ello, no se les concediera la misma en el futuro si la necesitaran.
Tan pronto como me ha pasado esta idea por la cabeza, he pensado que no sería justo.
La mayoría de la gente tenemos la empatía que les falta a estos jetas, caraduras y sinvergüenzas. De todas formas, ojalá nunca necesiten utilizar la tarjeta.
Y si se empeñan en ello, mi oferta sigue en pie: os cambio mi tarjeta por vuestras piernas.
El autor es socio de ADEMNA