La posibilidad de que Sánchez sea elegido presidente del Gobierno el próximo martes -o, en su defecto, dos días después- es cada vez más escasa. Ayer dio un golpe sobre la mesa y por rotas las negociaciones con Podemos, su socio preferente. Ni Gobierno de cooperación, ni de coalición, ni socios preferentes. Demasiadas líneas rojas, órdagos y chantajes por ambas partes. La última propuesta del líder del PSOE a Podemos de incorporar al Ejecutivo ministros de la formación morada de perfil técnico fue rechazada por Iglesias, que acto seguido lanzó una consulta entre sus militantes -“mascarada” en palabras de Sánchez- con un resultado cantado que deja poco lugar al diálogo. Éste ha interpretado estos movimientos de Iglesias como la ruptura unilateral de las negociaciones. Ahora parece más cerca la repetición electoral, que en todo caso ya tiene una fecha en el calendario: el 10 de noviembre. Sánchez, que ha pactado con Podemos en varias CCAA, amaga con las urnas y traslada presión a PP y Ciudadanos para ver si cae esa breva y alguno se abstiene. Pretende a toda costa gobernar solo, pero sus 123 escaños son insuficientes. Total, más bloqueo institucional, otra legislatura en el alero y negación de la cultura del pacto, esencia de la política. Si esto era la nueva política...