Qué razón tiene Jesús Pérez Artuch en su escrito del 26 de enero en DIARIO DE NOTICIAS calificando de importantísimo cuidar el lenguaje. La tarea exigiría intensísimo trabajo, muy costoso. ¿Por qué? Modificar costumbres adquiridas, hábitos, mentalidades... no es nada fácil.En su día felicité a Antxón Villaverde por el mismo motivo, quien aportaba la necesidad de padres y progenitores de enseñar a hablar a los peques desde la más tierna edad. Esto sería factible si el nivel de la persona es el adecuado. La costumbre adquirida en un, llamémosle, ambiente no es factible erradicar. A no ser que se disponga de la capacidad adecuada, se confía dicha labor a los enseñantes, es decir, a las escuelas y colegios. El profesional que se precie pondrá el máximo interés en transmitir a sus alumnos el buen uso del lenguaje. Otra cosa es aplicar lo aprendido. Oigo a los txikitos en la calle, algunos, no todos, parecen carreteros. Pido disculpas a los de la profesión, porque unos llevan la fama y otros cardan la lana. Así decía un antiguo dicho.Lamentable pero cierto. Según se va creciendo se incrementan los malos usos. Sería ardua la labor, pero no imposible. La caminata más larga empieza con un paso. Sería un gran logro para beneficio de nuestros oídos.