e dedico profesionalmente a cuidar, labor de la que estoy tremendamente orgullosa y agradecida. Cuidar y educar para el autocuidado y la autonomía es la esencia de la labor diaria de muchas profesiones en el sector sanitario, estoy hablando de celadores, Técnicas en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE), enfermeras, educadoras sanitarias, matronas y otras muchas. Somos trabajadores del cuidado a los demás, no somos héroes.

No tengo ni he tenido nunca vocación de héroe, no me siento heroína y estoy empezando a hartarme de esta imagen que se está generando de los profesionales sanitarios, en estos estrambóticos días, como héroes que nos jugamos la vida por los demás.

Por favor, señores de los medios de comunicación, dejen de repetir esto, a mí personalmente no me ayuda nada imaginar el que cada vez que acudo a mi puesto de trabajo me esté jugando la vida, y creo que a un montón de compañeros y compañeras tampoco.

Es cierto que esta actividad profesional del cuidado tiene unas características diferenciales respecto a otras: nuestro objeto de trabajo son las personas y trabajamos desde la cercanía, ya que es imposible cuidar bien desde otro lugar.

Cercanía física (en lo que a la distancia corporal se refiere) y cercanía emocional. Y en esta última me voy a parar un momento para referirme después a la primera. A esta privilegiada cercanía emocional que mi trabajo me ha proporcionado en estos años le agradezco todo lo que vosotros y vosotras me habéis enseñando, ¡es tanto! Siento que soy mejor persona gracias a todos vosotros, a los que he tenido la fortuna de conocer en mi labor profesional. Estoy muy feliz de lo realizado y con ganas de seguir haciéndolo porque es tremendamente satisfactorio y reconfortante, probablemente tengo uno de los mejores trabajos que se pueda tener, pero no soy una heroína, repito que soy una simple trabajadora.

No sé si ustedes que me leen se sienten héroes en su trabajo y estarían dispuestos a acudir a él aun poniendo en riesgo sus vidas, yo lo digo alto y claro: no estoy dispuesta a hacerlo. Esta imagen de héroes sanitarios frente a toda adversidad, repetida hasta la saciedad por los medios, no hace más que añadir estrés al quehacer diario.

Retomo ahora el tema de la distancia corporal que, como pueden imaginar, es muy escasa y muy alejada del metro y medio - dos metros recomendados para evitar el contagio de este atormentante coronavirus.

Resulta que el conocimiento y la evidencia científica sobre este coronavirus que nos trae de cráneo están en cambio constante. De ello deriva que tanto el Ministerio de Sanidad como los Servicios de Prevención y Riesgos Laborales de los centros sanitarios estén elaborando guías de actuación para los profesionales y el que estos protocolos y guías se vayan actualizando casi a diario.

Quiero destacar en estas líneas, e incluso diría denunciar, que a día de hoy, 22 de marzo de 2020, los profesionales del cuidado echamos en falta en todas estas guías un aspecto muy importante: medidas explícitas para la protección de nuestra salud ante una posible infección por coronavirus en la asistencia profesional a personas asintomáticas. Medidas básicas, como mascarillas, que eviten el que nosotros mismos nos convirtamos en vectores de amplificación de la infección ya que nosotros, los profesionales del cuidado, tratamos cada día con muchísimas personas diferentes.

Las autoridades científicas no han descartado la posibilidad del portador asintomático, más bien al contrario, se apunta a que la rápida difusión de este COVID-19 tiene que ver con este último aspecto. De ahí el estado de alarma sanitaria, las medidas de aislamiento domiciliario y las recomendaciones de mantener una distancia minimísima de seguridad entre personas de 1 metro, mejor 2, y el no poder ir acompañados a casi ningún sitio.

No se puede cuidar de las personas a 1 metro de distancia, es absolutamente imposible. Desde los Servicios de Prevención de los centros sanitarios de Osasunbidea, y supongo que ante el vacío en las últimas guías y protocolos del Ministerio de Sanidad en lo referente al portador asintomático y a la escasez de material, se está indicando a los profesionales de enfermería que no nos pongamos mascarilla para nuestra labor asistencial a no ser que el paciente o usuario al que tengamos que cuidar tenga algún síntoma o sea sospechoso de tener la enfermedad, en cuyo caso al que hay que poner la mascarilla es a dicho paciente, procediendo seguidamente a su aislamiento y valoración médica. Es más, en algunos hospitales se está incluso amenazando con sanciones a quienes hagan un uso inadecuado de este material, entendiendo por un uso inadecuado el ponerse mascarilla para atender a población general con la cual no podemos mantener la distancia de seguridad.

Repito y repetiré hasta la saciedad "no somos héroes", somos trabajadores, profesionales que queremos hacer bien nuestro trabajo, por favor menos loas y más equipos de protección para los profesionales.

Sé que estamos en tiempos difíciles y los recursos son finitos, pero este discurso de los sanitarios como héroes no hace más que alimentar un imaginario irreal e iluso de entes con superpoderes. ¡No, no tenemos superpoderes! Somos personas de carne y hueso, con nuestras fortalezas y nuestras debilidades, como todos ustedes, que queremos proteger nuestra salud y la vuestra para poder seguir realizando bien nuestro trabajo, para poder seguir cuidándoos.

Necesitamos urgentemente más medios para asegurar la protección de nuestra salud, no es de recibo ni está en nuestra nomina el ponernos en riesgo.

Gracias de verdad y con el corazón a toda la población por el ejercicio de responsabilidad que están realizando al quedarse en casa y por sus aplausos cada tarde.

Pero recordad€. "No somos héroes"€ y necesitamos protección.

Trabajadora de Osasunbidea