Hace ya más de una década que la OMS tildaba la siniestralidad en la carretera como pandemia a la vez que una de las principales causas de muerte en todo el planeta a la cual, si no se le ponían medidas cuanto antes, aumentaría posiciones en su fatídica escala Top Ten. La Unión Europea por su parte se puso en marcha proyectando un plan estratégico el cual, ambicioso, a día de hoy se puede ya rotundamente afirmar por desgracia no ha dado el esperado resultado. Numerosas organizaciones, asociaciones, empresas, administraciones y gobiernos han luchado mal que bien por cumplir objetivos y reducir la siniestralidad y pese a los malos resultados, seguimos mirando adelante con optimismo y con energías renovadas hasta hoy.

COVID-19 ha llegado para quedarse, para marcar un antes y un después y también ejercer como pandemia que es. Y la seguridad vial y con ello la siniestralidad y la movilidad se están viendo igualmente azotadas. Es evidente que la perspectiva está ya cambiando, aunque difícilmente podemos proyectar el rumbo que va a tomar y dirigir nuestro inmediato futuro. Por ahora la movilidad en nuestro país se ha reducido hasta proporciones insospechadas alcanzando asombrosos descensos alrededor del 60% en ciudad, 70% en tráfico transfronterizo, 60% en largo recorrido y 70% en tráfico ligero tan solo en estos últimos días, porque en semana santa alcanzaba el 90%. Eso significa que llevamos ya varios días con cero fallecidos en nuestras carreteras lo cual hace también que la lucha que hemos mantenido durante años nos traiga los objetivos que añorábamos sin prácticamente haber cambiado nada voluntaria o planificadamente, sin quererlo. La pandemia del COVID-19 ha traído paradójicamente por sí sola éstos y otros resultados de la batalla contra otra pandemia.

Este es uno de los ejemplos de cómo es posible que cambie nuestro destino aún no sabiendo cuánto va a durar la actual crisis ni cómo se va a transformar nuestro conocido mundo. El ansiado y demandado teletrabajo que otrora promulgábamos como una de las mejores medidas por económica, ajustada y sobradamente demostrada eficacia, hace que hoy en día prácticamente todas las empresas contemplen ésta como una de las mejores y más factibles salidas a esta nueva crisis que hoy llama a nuestra puerta. Ahora está por ver cuántas de ellas mantendrán dicha dinámica pues si ha sido necesaria una bofetada para cambiar el panorama, esperemos que los consejos que se venían dando sean mejor contemplados y los nuevos cambios no se produzcan bofetada tras bofetada.

La siniestralidad desciende proporcionalmente a la movilidad la cual, si antes era sinónimo de libertad y de crecimiento económico, hoy puede que cambie su significado. El hecho de que la movilidad descienda es técnicamente un síntoma negativo en y para la sociedad, pero en contra con nuestro actual modelo de desarrollo el detalle de que la polución en términos generales también descienda es un valor claramente positivo. Es decir, un perjuicio nos trae otros beneficios. Y esta es quizás la mejor noticia que, aunque a buen seguro se nos atraganta y no sabemos digerir, hace que miremos al futuro también con optimismo. Si la nueva gripe afecta directamente al sistema respiratorio pero las consecuencias hacen que el aire sea más limpio nos crea una disyuntiva difícilmente aceptable. Aún y todo, no todo está dicho y es evidente que muchos más cambios se van a ir produciendo. Si por ejemplo desde la crisis económica del 2008 no tuvimos oportunidad de salir de forma respetable y en cierto modo achacábamos que el mantenimiento de las vías era una importante causa de la siniestralidad en la carretera, veremos a partir de ahora cómo se desarrolla tan preocupante evolución, aunque es más que probable que por nuestra reciente experiencia las partidas económicas no vayan encaminadas por el bien de esa senda.

Aún hay muchos otros aspectos a estudiar. Por ejemplo, si regionalmente en nuestra Comunidad Foral los túneles de Velate venían siendo un foco importante de atención, siendo además la N-121 la principal vía de siniestralidad en Navarra, ahora cobra una mayor importancia el trasladar el mayor peso del transporte de mercancías por vía férrea, y el peaje que antes tanto se debatía, ahora puede que se mire con otros ojos, bien diferentes. En cualquier caso, debemos adaptarnos y seguir mirando hacia delante con optimismo y afrontar las nuevas situaciones para aprovechar cualquier escollo para mejorar y no esperar hacerlo tras la bofetada, aunque no la viéramos venir.