iles de iniciativas, de mensajes, de canciones, de ideas. Hoy la columna la escribe Urko, mi hijo. Primero escuchamos "Transmisión desde Bazarán" de Neidos (músico de Lágrimas de Sangre) que describe una nueva época posterior al COVID-19. Y dice Urko: "Mientras la escuchas sientes que otro futuro es posible, entiendes que además de todo el sufrimiento que está trayendo la accidental o premeditada pandemia quizás también nos pueda servir de algo". "La COVID-19 nos ha puesto en nuestro sitio, el Estado ha fallado, vivimos en círculo vicioso de trabajos asfixiantes y poco remunerados que no son capaces de mantener nuestra economía tras unos pocos días de parón laboral. ¿Vivir para trabajar o trabajar para vivir?" Y sigue: "Somos una sociedad individualista, en la que prima el poder y el bien privado sobre todo lo demás. Jóvenes votando a la derecha con la intención de dejar de pagar impuestos, felices por tener sueldos mileuristas y poder comprarse el nuevo iPhone, nos creemos libres comprando por internet artículos innecesarios en tiempos de pandemia. ¿Trabajar toda tu vida soñando con una jubilación mediocre para que un cáncer te lleve por delante antes de poder disfrutarla? Sigamos sin invertir en investigación, será que no interesa, las multinacionales mandan". Parafraseando a Neidos, "murió mucha gente querida, sobre todo mayor, pero traemos nuevas vidas que no respiran polución". Y sigue la reflexión: "Quizás esta pandemia nos haga ver que existe otra forma de vida sostenible, viendo sanar el medio ambiente, lejos del estrés de hoy. Una nueva mentalidad: piensa globalmente, actúa localmente. Ojalá sea tal y como culmina Neidos en su ficticio futuro post COVID-19: "Y ahora la gente se reúne en la calle, no tiene prisa, si no llega tarde. ¿Para qué estresarse si ya nadie va a enriquecerse jamás? y cuando el aire acaricie la tarde, y se sonrojen las nubes que escapen, tomaremos ron añejo y cantaremos canciones de antes". Hoy toca pensar desde una mente de 24 años.