Lo bueno de vivir en una comunidad tan pequeña como Navarra es que cuando dices algo, casi siempre alguien conoce a alguien. Pasa con el covid, que quien más quien menos tiene amigas, familiares, conocidos en alguno de los sectores más afectados por la crisis sanitaria que estamos viviendo o por sus consecuencias en la actividad económica. Y cuando ves las cosas de cerca o contadas por alguien muy cercano, la perspectiva cambia, las distancias se acortan y la empatía aumenta. Y te pones de su lado, casi siempre, convencida de que ese es el lado desde el que seguir avanzando. Así creo estamos viviendo esta pandemia, con múltiples miradas y diferentes enfoques, viendo las cosas como somos y no siempre como son. Pero tratando de acertar en el punto de vista y sobre todo siendo solidaria con los que están peor. Escuchando estos días a los protagonistas del sector de la cultura, uno de los más perjudicados y al mismo tiempo uno de los más solidarios en esta pandemia, no queda otra que ponermos de su lado para empujar y tratar de mantener a flote un sector tan esencial como otros; un colectivo que ha optado por seguir al pie del cañón, en alerta roja, reiventándose y tratando de mantenerse en activo cueste lo que cueste, para no fallar a su cita con el público, con los lectores, espectadores, oyentes, para quienes la cultura no es aquello que llena el tiempo de ocio sino parte esencial de nuestra forma de ser y estar. Somos lo que leemos, escuchamos, vemos, vivimos... y sin libros, música espectáculos, obras de arte, cine... nada ni nadie es igual. El sector de la cultura, que tan decisivo fue en el confinamiento para hacer más llevaderos los días en casa, lleva meses readaptándose en un difícil equilibrio para garantizar la continuidad de su actividad y al mismo tiempo la seguridad y la protección de la salud. Y ahora de nuevo vuelve a tener un poco más de aire, aunque no el suficiente. Como receptores de todo ese esfuerzo solo podemos responder acudiendo a los eventos, comprando libros, discos, siguiendo conciertos en streaming, pero desde las instituciones quizás es momento ya de crear un marco en el que la cultura reciba ayudas como el resto de sectores afectados. Por qué no hablar claramente de un plan de rescate como el que se ha puesto en marcha para la hostelería. La cultura no es un campo menor y no debería seguir siendo el último de la fila (los presupuestos para 2021 hablan por sí solos). Los ingresos de quienes trabajan en el sector se han visto duramente reducidos y el horizonte de recuperación todavía queda lejos.

Cuando ves las cosas de cerca o contadas por alguien muy cercano, la perspectiva cambia, las distancias se acortan y la empatía aumenta. Y te pones de su lado, casi siempre