mejor te voy a llamar Pablito porque biológicamente hasta podrías ser mi hijo. Hace no mucho tiempo te envié una misiva dándote la enhorabuena por tu intervención el día de la moción de censura, en el que hiciste mutis por el foro a tus amigos de Vox.

Pues tengo que comentarte, respecto a tus compañeros de pupitre de Navarra, que desde ese día se miran cada mañana al espejo para ver si siguen con la misma cara que se les quedó al oír tus palabras de la moción de censura, porque ellos estaban muy cómodos en compañía de Vox, y les has hecho un pan como unas ostias. Mucho tendrán que acicalarse para que se les cambie.

También te dije que la gente te iba a mirar con el telescopio para ver si sigues en las mismas de ese día, o más bien eres el de antes, y te puse tres retos que resolverían el dilema. El primero los presupuestos. Esperaba que lucharas hasta el final por tus presupuestos, incluida la bajada de impuestos que ya lo has hecho realidad en lo que compete a la Comunidad de Madrid, sin hacer mucha reverencia a las partidas de la sanidad y educación porque prefieres a tus amigos de las compañías privadas para que lo gestionen, y de paso a ver si puede caer alguna comisión, porque el que tuvo retuvo, me refiero a tu partido.

Pero mira por dónde que tu trasero no ha llegado a rozar el asiento de las negociaciones, porque ha sido oír la palabra Bildu y huir de las conversaciones como alma que lleva al diablo, olvidando que hace ya una década que han pasado a la historia los años de plomo, al igual que los de la guerra civil. Es hora de dejar atrás los vilipendios del pasado, como hemos hecho los demócratas de verdad con el golpe fascista. Lo has utilizado como excusa para marcar territorio, para atrincherarte en compañía de los que temes que te llamen derechita cobarde otra vez, porque solo sentarte a la mesa es cruzar los límites, es alta traición, cuando hace años proclamásteis vuestra disposición a recibirlos en el hemiciclo, como uno más, si dejaban las armas.

Pablito, la política de mirar el retrovisor no conduce más que a la derrota, y si no, pregúntale al rubio con cara de zanahoria a qué le ha llevado defender la Norteamérica de las pistolas y el sombrero vaquero. Es cierto que ha obtenido muchos votos, pero no los suficientes. Su estrella de vencedor, ahora que ha caído, apagará el resplandor que deslumbraba a muchos de sus votantes. Mejor no mires en esa dirección, es un horizonte equivocado, y te lo dice alguien que siempre te ha querido aconsejar bien, pero tú también has empezado con mal pie tu remontada al caerte del caballo de los presupuestos con tretas de perdedor.

Y ahora te observo atentamente cómo vas a abordar las negociaciones de la renovación del CGPJ, tu segunda premisa, para que tu cambio de imagen sea creíble. Hasta el momento lo único que has hecho es marear la perdiz, y el Gobierno ya te ha dado el plazo de un mes para llegar a un acuerdo. Mucho me temo que sigas con tu rutina de poner trabas, porque con eso no tienes mucho que pensar. Tengo la impresión de que quieres atar bien los machos de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, esa que puede ser benévola con las fechorías de tus honorables camaradas, y que el Sr. Lesmes siga haciendo nombramientos, ya va la tercera tanda, en uno de los mayores magnicidios contra la democracia.

Igual tienes la suerte de que te haga la cama el propio Gobierno, por obra y gracia de su Narciso, que presione por un órgano de los jueces elegido por quien ostente la mayoría parlamentaria, dando al traste con la independencia judicial, muy del gusto de quien todavía sigue exhalando autoritarismo desde posiciones de izquierda. Espero, Sr. Sánchez, que no caiga en esa trampa y sea más listo de lo que se cree el pequeño Aznar (del cual nos tomaremos tiempo de hablar) al llamarle tonto del bote por sus alianzas, y se ponga a los mandos del volante, dejando los criterios de los nombramientos como están, los 3/5 de ambas cámaras, y, eso sí, poniendo coto a las atribuciones del CGPJ caducado a la hora de hacer nombramientos. En otro caso, tendré que darle la razón al Sr. Aznar mal que me pese.

Es mejor no presionar a Casado con las pretensiones del vicepresidente, porque eso sería columpiarse con el Estado de derecho, obtendría los anatemas de Bruselas, pondría en peligro los fondos económicos y sería darle muchísima munición al jefe de la oposición, cosa que ya hizo en un episodio precedente. Espero, Sr. Sánchez, que no vuelva a tropezar en la misma piedra y busque otras formas de presionar.

Y vuelvo contigo Pablito, porque resulta obligado aclarar el embrollo de la Comunidad de Madrid. Resulta que esta comunidad es la excepción que confirma la regla en todo el mundo, y nadie se lo explica. Mientras todo el planeta cierra bares y restaurantes, además del toque de queda y el confinamiento perimetral, cuando no el total, como forma de parar el ascenso de contagios, Madrid se las pinta sola para mantener los bares y restaurantes abiertos y el confinamiento perimetral solo los fines de semana, y conseguir un descenso de los contagios. Ha sido como un visto y no visto, como si Ayuso se hubiera sacado un conejo de la chistera. Su curriculum vitae, lleno de dislates, no da como para pensar que dispone de una varita mágica que todo lo cura, y menos que su ciencia infusa pueda con todos los epidemiólogos del mundo, a no ser que esté tocada con la suerte del que le toca la lotería o acierta en las quinielas. Pueden ser los dichosos antígenos, la varita mágica que utiliza Ayuso porque no detecta los positivos asintomáticos, los que camuflen la realidad de los contagios en Madrid. El tiempo, que todo lo descubre, nos lo dirá.

Tu trasero no ha llegado a rozar el asiento de las negociaciones,

porque ha sido oír la palabra Bildu y huir de las conversaciones como alma que lleva el diablo

Pueden ser los dichosos antígenos, la varita mágica que utiliza Ayuso porque no detecta los positivos asintomáticos, los que camuflen la realidad de los contagios en Madrid