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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

Vacunas y confianza, antídotos para 2021

o está mal llegar al final de este incierto e inquietante 2020 con la buena noticia del año. La llegada de las primeras vacunas contra el coronavirus lo es sin duda. No es la única buena noticia. Ha habido seguro otras buenas noticias en medio de tantas malas noticias, tanto colectivas como individuales. Ocurre siempre. Solo que 2020 ha estado copado por la mala noticia de la pandemia sanitaria y todas sus consecuencias negativas. Tampoco puede ser de otra forma. Las vacunas no suponen el final, pero sí el principio del fin si se avanza de forma eficaz a hacia la anhelada inmunidad de grupo. A la vacuna de Pfizer le seguirán otras que ya están próximas a ser avaladas por las autoridades sanitarias y ello acelerará la extensión de los planes de vacunación. En mi caso, no tengo ninguna duda. No sólo es la buena noticia del año, sino que conlleva también una dimensión de noticia histórica. De uno de esos momentos especiales que forman parte de nuestro devenir por este planeta como especie. Quizá con el tiempo esa dimensión sea mayor de lo que ahora percibimos. La ciencia y la política han sabido dar una respuesta rápida y eficaz ante la irrupción del coronavirus. Y eso tiene también un valor como sociedad. También la colaboración pública y privada. Pero surgen las sombras. Es imprescindible que las vacunas lleguen a todas las personas y a todos los países sin que nadie sufra una nueva discriminación económica que le impida acceder a esta vía médica de cura. De lo contrario, la buena noticia del año derivará en una nueva estafa a la humanidad. En otro ejercicio de inhumanidad. Porque los miles de millones públicos invertidos en la investigación no pueden convertirse solo en un ingente saco de decenas de miles de millones de beneficios privados por la explotación de la vacuna. En todo caso, el camino aún será largo. Las restricciones se quedan y hay que seguir con las medidas de prevención y con la responsabilidad individual de la precaución. No hay otra. Y aún permanecerán entre nosotros las noticias malas. Ni la pandemia se va a terminar en unos días o semanas, ni sus consecuencias humanas, laborales, sociales y económicas se van resolver de forma rápida. Continuará ese goteo de incertidumbres, datos negativos, dudas y temores. Ni la recuperación será fácil ni está garantizado que vaya ser eficaz para solucionar los graves problemas que arrastrábamos ya y los nuevos que ha generado la covid-19. Y menos aún que al final de este túnel las cosas vayan a ser mejores de lo que eran. El mundo ya estaba jodido antes, el coronavirus solo lo ha jodido más. Los problemas estaban antes del coronavirus y la mayor parte de ellos continuarán una vez que la pandemia haya sido controlada. Pero creo que la confianza puede ser un buen antídoto social. Un estado de ánimo que pueda hacer más fácil recuperarnos, terminar con la covid-19 y elevar el valor y la utilidad de los modelos de vida y de convivencia en los que lo común y lo colectivo son las prioridades. No sé que deparará el 2021, pero será un tiempo distinto.