eí el reportaje de este periódico en el que se detallaban los 30 comercios que han cerrado en el Ensanche en el último año a causa, en principio, de la pandemia. Bueno, es tremendo, pero esto viene de hace mucho. Viene desde los 90, desde que llegaron las grandes superficies, desde que desde hace mínimo 15 años no se les pone freno alguno para asentarse -incluso se les pone alfombra-, desde que hace también más o menos 15 se comenzó a popularizar la compra por internet y viene, en definitiva, porque una parte notable de la población opta por comprar en superficies grandes y por correo. Esto es así. Podemos y debemos -porque es cierto e injusto- criticar las ventajas que se dan a unos frente a otros -también a nivel impositivo: es vergonzoso que Amazon no tribute en Navarra por lo que vende, te llevas millones de euros en ventas y no tributas un clavo-, pero también sería conveniente que nos mirásemos uno a uno en el espejo, porque esa calle que hace 15 años estaba cuando menos animada y viva y que ahora es un cementerio es tu calle. Y hace años y años y años que no compras en tu calle, que no le compras el pan al vecino, la fruta al de siempre, la camiseta al pariente de tu amigo y la carne a Bixente, Mikel y Patxi. Y vale que en algunas cosas te puedes ahorrar algún euro, pero, en muchísimas, no. Y vale que en algunas otras si lo pides por correo te encuentran lo que no hay aquí, pero, otras muchas, no, las buscan aquí. Ahora el terror a las grandes se pasea por Iturrama, amenazada por los mostrencos de la Meca y Azpilagaña, pero, en general, Pamplona está en una situación comercial durísima, especialmente en los barrios. Pero tenemos al alcalde metido en sus cosillas de la hostelería, San Fermín y pensando en poner pistas de esquí en autobuses. Ni un puto plan para el comercio, ni una barrera a los mastodontes. ¿30? Pocos para lo que viene si seguimos así.