a pandemia ha resituado a las ciudades, sus objetivos y ambiciones. No es casual que grandes multinacionales que optaban a situarse -comprando solares- en espacios estratégicos de la periferia, alquilando después el suelo a terceros "operadores", es decir, inversores que montan hoteles, centros comerciales, residencias, hospitales o cualquier tipo de servicio que sea negocio, se hayan apartado en este momento del mercado. Los números no salen. Es lo que ha pasado en el solar de la Superser, propiedad del Gobierno foral. Primero fue el gigante sueco IKEA el interesado. Después apareció otra multinacional holandesa que ahora anuncia su retirada. Tras la crisis surgieron nuevos capitales dispuestos a invertir en solares rescatados por los bancos, en bloques de alquiler (Testa), en galerías comerciales o en centros residenciales. Por ejemplo fondos de inversión y, en muchos casos, de capital extranjero, apostaron por montar residencias de ancianos y de estudiantes. El mercado on fire. Puede que esta crisis nos obligue a repensar de nuevo las necesidades que tenemos como sociedad y el control de los planeamientos urbanísticos para impulsar proyectos de futuro. Viviendas de alquiler, talleres profesionales, nuevos modelos de comercio, actividades de ocio seguras, centros de día para mayores o espacios de coworking... Y de economía circular.