a desconfianza es una de las claves que está detrás del nuevo escenario de la política tras diez días convulsos que han alterado el tablero político y marcarán el devenir de la legislatura que casi con toda seguridad no concluirá en las fechas previstas. La confianza es una de las claves de las relaciones entre partidos que comparten Gobierno, algo inhabitual en la política hispana y ahora ha saltado por los aires por los cálculos se supervivencia electoral de los partidos. Ciudadanos reventó el mapa de alianzas ante la creciente desconfianza interna en algunos líderes que estaban preparando una opa hostil del PP, como se comprobó luego con una docena de cargos que abandonaron el partido. La desconfianza se extendió al partido de Pablo Casado por sus indisimulados intentos de fagocitarles. Y también hacia la propia estrategia marcada en su día por Albert Rivera. Su "ni rojos ni azules" se tradujo en realidad en una alianza sólo con la derecha y la ultraderecha, por lo que la necesidad de desmarcarse era la única oportunidad de futuro. En Podemos también saltó la desconfianza a primer plano político. Iglesias está instalado en una rimbombante vicepresidencia social de mucho renombre pero poca capacidad de ejecutar su programa. Y siempre a la sombra de las cuentas de Calviño y la iniciativa política de Sánchez, que se queda siempre como primer tenor y capitalizando en la opinión pública su gestión desde La Moncloa. También, como Ciudadanos con su intento de cambio de alianzas, ha dado un valiente paso adelante para intentar revitalizar Podemos ante las negras perspectivas electorales. Ambos partidos deben ahora superar el reto de sobrevivir con éxito a la retirada de su fundador y superar la desconfianza que el electorado ha demostrado al devenir de su actuación. Y plantar cara a un bipartidismo que resiste con firmeza cualquier envite. En el PP la desconfianza interna hacia Casado crece ante su estrategia de acercamiento a la ultraderecha y de lograr el poder aliándose hasta con el diablo si hace falta. En el PSOE las aguas bajan más tranquilas confiando en que los errores ajenos llenen sus zurrones electorales y con Sánchez cavilando un adelanto electoral cuando se pase la pagina de la pandemia para reforzar su posición y tener las manos más libres en el Gobierno.

En el PP la desconfianza hacia Casado crece ante su estrategia de acercamiento a la ultraderecha y de lograr el poder aliándose hasta con el diablo si hace falta