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A la contra

¿Qué teníamos que proteger primero?

stamos a 24 de marzo y miles de mayores de 80 años en Navarra no han recibido su primera dosis de una vacuna que les podría salvar la vida caso de contraer el coronavirus. Según el Instituto Carlos III en su informe de 13 de enero, 12 de cada 100 mayores de 80 años que cogieron el coronavirus en España desde mayo han fallecido. Entre los mayores de 70 hasta los 79, son 4 de cada 100. Entre los 60 y los 69, 1,1 de cada 100. Son tasas de letalidad altísimas en el caso de los mayores de 80, muy altas entre los 70 y 79 y altas desde los 60. Por debajo de los 60, la tasa es del 0,3 de 50 a 59 años, del 0,1 de los 40 a los 50 años y casi inexistente hasta los 40. Para situarnos, un mayor de 80 años tiene 120 veces más opciones de morir que un menor de 50 años, 36 veces más que uno entre 50 y 60, 12 veces más que uno entre 60 y 69 y tres veces más que uno entre 70 y 79. 120 veces más que un menor de 50. Ojo. Se han puesto miles y miles y miles de vacunas a menores de 50 o 60, no solo de AstraZeneca -ahora ya recomendada por ahora a menores de 65-, sino también de Pzifer y Moderna. Entiendo que haya colectivos como el sanitario de primera línea que por su especialísima condición tengan cierta preferencia, pero no entiendo por qué un policía, un bombero, un farmacéutico, un sanitario de segunda o tercera línea, un dentista, un fisio, quien sea, reciba antes una vacuna que una señora de 83 años, hoy, en marzo de 2021. O que uno de 78. Comprendo de sobra que todos esos colectivos defienden sus intereses y todos tendrán sus razones objetivas y nada contra ninguno, al contrario, ojalá hubiera para todos, pero no hay. Y las autoridades han priorizado esto a la señora, que lo que tiene es riesgo extremo. De muerte. Me lo podrán explicar 1.000 veces, que nunca lo entenderé, por mucho que entienda que no ha habido para todos. Pero algunos no la necesitaban tanto. Ni de lejos.