Todo el mundo conoce una de las frases más recurrentes del refranero popular que lo mismo puede definir los mercados financieros o utilizarse en una pueril partida de cartas: "la banca siempre gana". En realidad, no son las únicas corporaciones que utilizan los lobbies y grupos de presión para imponernos sus intereses, la reciente aprobación de una abusiva subida de la luz por el gobierno socialista de Pedro Sánchez es otro claro ejemplo. El capital global siempre gana, lo que sucede es que hoy en día lo hace sin ningún tipo de contrapeso a su voluntad: ni gobiernos, ni medios de comunicación, ni sindicatos, ni opinión pública dicen o hacen nada para impedirlo.Los bancos han reducido sus horarios, han cerrado oficinas, han impuesto comisiones de manera unilateral, han dejado de prestar servicios básicos, nos han obligado a operar desde casa y... en última instancia... han prescindido de miles de empleados que han dejado de ser necesarios. Evidentemente, el progreso rema a favor de la élite financiera y la implantación de las nuevas tecnologías, lejos de beneficiar a los trabajadores y a la clase media, está concentrando poder y dinero en las grandes corporaciones, en las bigtech y en todas las multinacionales que pueden aplicarlas de manera intensiva. Da pena ver una ventanilla del mostrador de un gran banco cerrada con un burdo cartón, como si se tratase de una tienda de barrio que ha colgado el cartel de "vuelvo en un momento". Se ha pedido la ética -tal vez nunca la tuvieron- pero al menos antes cuidaban un poco la estética; como los mafiosos norteamericanos de los años treinta que cometían horrendos crímenes pero, al menos, vestían de manera impoluta.Este es el mundo global en el que nos están obligando a vivir, esta es la modernidad a la que nos están llevando a empujones las empresas transnacionales. Un entorno árido, deshumanizado, donde la clase media desaparece a marchas forzadas -que se lo digan a los miles de empleados que no volverán a vivir como lo hacían hasta ahora- y donde las posibilidades de empleabilidad se reducen a cada nueva innovación tecnológica. Cajeros de supermercado, cobradores de autopistas, recepcionistas de hotel, vendedores de seguros, contables... están siendo sustituidos por maquinas digitales, programas informáticos o inteligencia artificial. Por supuesto que es un proceso inevitable, casi todo en este tiempo contemporáneo parece serlo, pero la próxima vez que oigas a un político decir que la tecnología va a crear millones de puestos de trabajo acuérdate de los miles de trabajadores de banca despedidos. O mejor, mira a tu alrededor y verás a algún repartidor en bicicleta cobrando una miseria, sin coberturas sociales, sin horarios ni derechos laborales que corre para distribuir las mercancías que envían desde China las grandes corporaciones de comercio electrónico. Pues eso... que ya han ganado.