Siembre el otoño su amarillo dolido, arrepentido. Ongi etorri al final del íntimo empredrado, de la calle Mayor ineludible. Ongi etorri sin autoflajelo, pero tampoco desfiles, entarimados, ni laureles. Ongi etorri, pero por una vez sin txistu, ni tamboril, sin estridente bombo y platillo. Ongi etorri sin algarabía, siquiera como confesión casi silente, como contricción discreta, como susurro capaz de virar la historia. Ongi etorri con abrazo ancho, abarcante, sin discriminación, en el que ya nadie quede fuera.Los cohetes apuren su pólvora sin necesidad de cielo. Ongi etorri a la memoria y la honra de tanto aliento gratuitamente segado, al reconocimiento de que todo pudo ser de otra forma, sin ápice de dolor ajeno, sin tantas vidas y familias destrozadas. Ongi etorri a la constatación del terrible yerro, de que la violencia fue en balde, de que esa perseguida independencia, y su flamante nuevo Estado, no valían una gota de sangre. El viento guarde recato y no agite ninguna bandera. Ongi etorri a la catarsis imprescindible, incomprensiblemente postergada. Ongi etorri al ensayo de saldar deuda con dos sílabas sinceras, profundas, arraigadas: perdón. Perdón sin matices, rebajas, ni edulcoramientos. Perdón y punto. Nada más y entonces sí, a por otras cosa, a por otro futuro.El aurresku se baile dentro y las pancartas mantengan silencio. Ongi etorri al compromiso con las nuevas generaciones de una comunidad unida y sin rencores. Ongi etorri a la definitiva desaparición de los bandos, rubicones culturales y empeño maniqueo. Ongi etorri a la debida, anhelada e impostergable reconciliación entre todos los hijos e hijas de este pueblo por fin esperanzado.