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A la contra

¡Vamos!

emos pasado lo peor. Lo peor -estaremos de acuerdo- es ese día que anochece a la hora más temprana del año. Bien, eso ya pasó. Fue el 8 y el 9 de diciembre. Desde aquellos dos días, de manera casi imperceptible pero sin descanso, el día alarga por detrás. Sí, se acorta en total porque amanece más tarde, pero servidor la verdad que amanezca a las 8 y 34 o a las 8 y 38 mucho no lo nota. Que hace 10 días anocheciera a las 17.32 y hoy lo vaya a hacer a las 17.35 sí lo noto. En el ánimo, digo, porque igual ni me entero. Pero sé que estamos yendo hacia la luz. Y eso es la hostia y más en estos tiempos de pandemia en los que los meses son años y los meses de otoño e invierno son casi planes quinquenales de malas noticias y tensión. Vale, el martes será el día más corto del año, con 9 horas y 1 minuto, y por eso es el Solsticio de Invierno, pero precisamente por eso es una buena fecha. Porque ya se ha acabado la cuenta atrás, ya no vas hacia el agujero desde ese día, sino que vas saliendo de él y al fondo, aunque sea muy a lo lejos, ves fin de año y anochecer a las 17.42 y final de enero y anochecer a las seis y cuarto pasadas y luego el cambio de hora y a las 8 y media de día y Semana Santa y medias de más de 12 grados y luego de 15 y de 20 y de 22 y la vida. Y eso que hay gente que lo de ahora le gusta: la oscuridad, el frío, el agua, la niebla. Bien, correcto. Yo creo que más bien es gente de esa que ahora se llama resiliente y que como ha nacido aquí y no le quedan más cojones pues acepta esto y para darse el pego te dice que le gusta, poniéndote enseguida el ejemplo de que peor son 35 grados. A ver, a ver, quieto parao, que nadie pide 35 grados: 25, un poco de brisa, 15 horas diarias, algunas lluvias de vez en cuando. No me compares, hombre. Vamos yendo hacia allá, despacio, como limacos, seguros de que aún quedan muchos días duros, pero con esperanza. ¡Ánimo equipo!