enunciamos. Lamentamos las molestias". Así expresaban su descontento trabajadores y trabajadoras de una conocida multinacional estadounidense. Su actitud generó un tsunami de adhesiones que ha llegado a más de 4 millones de empleados y empleadas en el país neoliberal por excelencia. Con esta iniciativa no se piden mejoras en las condiciones laborales, sino que se está renunciando a la posibilidad de trabajar debido a la falta de unas expectativas vitales dignas.

Se le ha llamado "la gran renuncia" y los argumentos que exponen son trasladables a la realidad del sistema sanitario público en general y a Osasunbidea en particular. Sus motivos son coincidentes con el pensamiento generalizado de una gran masa social que representa a las clases trabajadoras asalariadas: un absoluto cansancio por las condiciones derivadas del trabajo, el hecho de que la vida entera gira en torno a las exigencias de la productividad y el beneficio; una vida que carece de un sentido mínimo.

Estos últimos días ha tenido gran repercusión cómo un gran número de profesionales de enfermería han decidido decir basta ya a las condiciones que soportan y que les obliga a tener que compaginar vida laboral, eliminación de vacaciones, oposiciones y una situación de cansancio extremo que afecta tanto a personal fijo como eventual. Más de 3.000 enfermeras se han puesto como "no disponibles" en las listas de contratación.

Esta situación de hartazgo no es exclusiva de la plantilla de enfermería. El personal facultativo lleva años reivindicando un trabajo digno, la regularización de las horas de guardia y un número adecuado de profesionales. La falta de dimensionamiento de la plantilla, la eventualidad en el sector público de salud que supera el 64%, la falta de encuadramiento de los profesionales en el nivel que formación les corresponde, la contratación en precario sin turno, ni horario laboral, ni puesto fijo de trabajo, unido a los efectos colaterales derivados de la pandemia han llevado al hastío de una plantilla agotada, vilipendiada y quemada. Las lamentables condiciones en el sector sanitario se hace extensible a todo el sector de las residencias de la tercera edad, centros de discapacitados y en todo lo que se refiere a la atención en Salud Mental.

Lo verdaderamente importante de esta situación no es el intento de renegociar las condiciones laborales y llegar a un consenso con la gerencia de Salud o el gobierno de turno. No interesa por la imposibilidad de tener un interlocutor receptivo a las demandas de la plantilla. Es simplemente una renuncia al trabajo en estas condiciones. Un hartazgo absoluto por este sistema. El 85% de las personas en el mundo no están satisfechas con su trabajo independientemente de que se mejoren las condiciones. Un sistema que produce alienación y tristeza en la plantilla. Gran parte de la plantilla de Osasunbidea también sufre de burn-out, o síndrome del trabajador quemado.

Podemos decir que no es el desempleo sino los estilos de vida que marcan las condiciones laborales lo que está creando esta atmosfera de desapego en la plantilla. Hemos llegado a un punto donde ya ni se plantea una huelga o movilización ya que se considera que no merece la pena luchar por el trabajo.

El tiempo se ha vuelto uno de los bienes más preciados de la plantilla. Sobre todo el tiempo que consume o ha consumido trabajando en unas condiciones lamentables que se están volviendo actualmente en su contra por la falta de personal, el aumento de los riesgos psicosociales, etc., con el agravante de la animadversión por parte de parte de la ciudadanía hacia los y las trabajadoras ante la constante desinformación, totalmente premeditada, a la que nos están acostumbrando. No tener tiempo material para la vida y que toda ella bascule en precariedad laboral, abuso de la contratación, procesos selectivos continuos, escasos y con contenidos totalmente desproporcionados. El porcentaje efectivo de vida que disfrutamos para realizar aquello que verdaderamente nos llena como personas se está reduciendo a lo absurdo. El tiempo y la vida se acaban y es algo que la plantilla cada vez tiene más claro y lo ha visto todos los días de forma exponencialmente mayor con esta pandemia.

La plantilla ha demostrado y ha expresado que esto no puede continuar así, hay que buscar la forma de disminuir el tiempo que la plantilla invierte para tener unas condiciones laborales y de vida dignas.

Estamos dando un servicio que en este momento no asegura la calidad de cuidados, en el que la presión laboral tiene un componente físico y psicológico que está desmontando el aspecto vocacional de los cuidados. Nos sentimos vendidos a las políticas neoliberales de trabajo al mejor postor y que ha tenido su máxima expresión con la pandemia del covid que ha evidenciado las carencias de los sistemas públicos de salud. Estamos dilapidando gran parte de nuestra vida buscando una vida mínimamente estable pero lo único que tenemos es precariedad.

El autor es delegado de LAB Osasunbidea