ste lunes me ha costado activarme más de lo normal. La galbana y el gélido astro, he pensado. Pero la tecnología me ha llevado a su terreno y antes del café he descubierto que era el blue monday, que algunos definen como el día más triste del añoblue monday. Esta maldita manía anglosajona de poner nombre a los días y circunstancias y teorizar con las emociones y sensaciones me ha llevado a descubrir que incluso hay una fórmula matemática -por supuesto sin ninguna base científica- para el tercer lunes de enero. Seguro que detrás de ello hay un sibilino interés comercial para levantar nuestro ánimo a base de volver a ir de compras tras el periodo navideño, época de tirar de cartera de forma compulsiva por excelencia y cuya nostalgia, propósitos no cumplidos y excesos gastronómicos y consumistas de todo tipo contribuyen a un cierto estado de ánimo. Que es más ficticio que real, pero a ver quien le lleva la contraria a las redes sociales, la televisión o al omnipresente Google y no se siente tristeza o nostalgia el día más propicio para ello. Es la tristeza por obligación. Por eso me han dado más ganas de rebelarme contra la melancolía y la tristeza tras repasar los datos del día y acumulados de la maldita pandemia y desperezarme tras un termómetro bajo cero otro día más. Más allá del absurdo de etiquetar y uniformar estados de ánimo generales. Y por que sigo apostando por valorar más mi estado de ánimo, mi gente, mis rutinas y mi proverbial optimismo. Y por ajustar las posibilidades vitales a la vida real sin excesos melancólicos. Aunque a veces es lógico experimentar algunos bajones anímicos, cierto estrés, cansancio emocional o desmotivación, pero no por ello ligados a una temporada o fecha concreta. También me despreocuparé del 20 de junio, bárbaramente bautizado como yellow day y considerado el día más feliz del año por otra fórmula matemática que combina la temperatura agradable, el incremento de las horas de luz, las vacaciones, la extra de verano y el ritmo de vida estival. Aunque debo de reconocer que, en general, los lunes me deprimen un poco, me siento un afortunado de la vida y cada vez veo menos motivos para la tristeza. Lo siento, blue monday.

Reniego de la obligatoriedad de estar melancólico por la maldita manía anglosajona de utilizar una fórmula matemática para decretar el día más triste del año