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"... puede implantar aulas de castellano o de euskera para madres"

Andrea aún no ha conseguido hablar con la madre de una alumna suya. Las anotaciones en la agenda las lee, en el mejor de los casos, el padre cuando llega a casa a la noche muerto matao de trabajar. La comunicación la tiene con el padre y casi todas las entrevistas han sido por teléfono. Cuando la madre acude a buscar a su hija, Andrea trata de intercambiar información con la hija de intérprete. Los ojos de la madre leen ansiosos todo lo que dice Andrea. Ahora, sin mascarilla, las sonrisas amables de las tres se enlazan a la par que sus manos. Se despiden. La niña va dando saltitos agarrada a la silleta que empuja su madre.

A otras compañeras de Andrea les pasa lo mismo o parecido. Maider tiene en clase un terremoto que llegó hace cinco meses. El crío le tiene ganado el corazón. Con otra profesora está consiguiendo que mejore su castellano con tres sesiones a la semana durante la clase de inglés, el idioma que hablan en casa. Maider está contenta porque al terremoto ya le sonríe la mirada. La pena es que la madre no le puede ayudar. El padre, que sí habla castellano, se fue a Inglaterra a trabajar. En esa escuela hay horas en las que el profesorado no da clases a su grupo o de su especialidad y asiste a clases que imparte la profesora titular para apoyar al alumnado que lo necesite. En esa escuela también hay una profesora a tiempo completo para alumnado de incorporación tardía con dificultades de idioma.

En Apoyo Mutuo creemos que Educación puede implantar aulas de castellano o de euskera para madres en el mismo centro al que acuden sus criaturas y durante el horario escolar.

El autor es responsable de educación en Apoyo Mutuo / Elkarri Laguntza