ada sucede dos veces, ni va a suceder como escribió la poeta, Premio Nobel de Literatura, Wislawa Szymborska. Cada instante es irrepetible y desde esa excepcionalidad hay que vivirlos. Tenemos tendencia a rememorar, a buscar en el pasado momentos que reproducir en el presente; pero más que imitar o revivir se trata de seguir la huella de esos pasos ya dados en la dirección correcta. Para imitar lo bueno y desechar todo aquello que no debería repetirse, aprender de lo vivido, social y personalmente. El 26 de junio de este año se cumplen 50 años de los míticos Encuentros del 72, la cita cultural que durante ocho días situó a Pamplona como capital de las vanguardias y que sirvió para que aquella ciudad gris se llenara de color con un programa cultural que fue mucho más allá de lo planteado, pero que nunca tuvo segundas partes. Se ha escrito mucho sobre el evento, sobre su puesta en marcha, lo que supuso y también lo que podía haber supuesto de haberse consolidado como lo que pretendía ser, una cita anual con las vanguardias. No fue así. Lo vivido, ese intenso y sorprendente diálogo entre la vanguardia y la tradición, entre artistas y público en una ciudad de provincias que miraba con asombro ese soplo de modernidad, se quedó en la experiencia de quien en aquel verano del 72 tuvo la suerte de participar activamente en un acontecimiento histórico que en algunos casos marcó la trayectoria de artistas hoy referentes tanto locales como nacionales. Pamplona, Navarra, la cultura y la vida en general ha cambiado mucho en estos 50 años. Pero quizás lo que menos ha cambiado es la necesidad antes y ahora de sentir curiosidad por lo nuevo, por lo que está por venir, la importancia de apostar por la cultura como un buen campo en el que experimentar y el dialogo como herramienta indispensable para construir una sociedad donde el conocimiento y la formación sean la base del desarrollo. La Pamplona de los Encuentros del 72 está muy lejos de la actual. Pero tomando aquel espíritu innovador y en un momento en el que la reflexión y el reencuentro son más necesarios que nunca tras esta pandemia que consiguió detener un mundo que parecía imparable, se han organizado los Encuentros del 22. No serán en junio sino en octubre y se plantean como un gran encuentro internacional de cultura, arte, música, pensamiento, cine y reflexión. Honestamente creo que este 2022 es un buen año para reflexionar sobre el modelo de sociedad, para abordar los desafíos del mundo contemporáneo a través del pensamiento, las artes, la literatura, la música, el cine y el diálogo. Para buscar, 50 años después, algo solido y perdurable a lo que agarrarnos ante tanta inmediatez.

La Pamplona de los Encuentros del 72 está muy lejos de la actual, pero antes y ahora la cultura es un buen campo en el que experimentar y el diálogo una herramienta indispensable