Le ha dado últimamente a la derecha foral y española por hacer oposición al Gobierno de Navarra con el ruinoso Circuito de Los Arcos. Todo apunta a que el ideólogo que está detrás de esta estrategia no es otro que Javier Esparza, actual presidente de UPN que era gerente del Instituto Navarro del Deporte cuando bajo el mandato de Miguel Sanz se perpetró este proyecto, que ha resultado un negocio para su constructor, pero que ha sido y es una rémora para los intereses públicos, tal y como en su día lo constató la Cámara de Comptos. Resumiendo, este capricho ha costado ya 70 millones a todos los navarros y navarras desde su fastuosa inauguración en junio de 2010.

Y como no hay manera de rentabilizar una infraestructura que acumula pérdidas desde que se colocó la primera piedra, el Gobierno lo ha puesto a la venta con el objetivo de recuperar parte del pastizal invertido y dejar de meter dinero en este pozo sin fondo. Con estos antecedentes, sorprende que la operación, que el Ejecutivo gestiona con la lógica cautela, sea objeto de crítica por quien tiene estrecha responsabilidad en este despropósito, salvo que se le hayan fundido los plomos y le hayan ocasionado –nunca mejor dicho– un cortocircuito.