No es sencillo –por no decir que es imposible– encontrar un motivo para la esperanza en alguno de los mensajes que ayer transmitió Vladimir Putin en su alocución televisiva a Rusia, la segunda tras la invasión de Ucrania. Tengo autoprohibido acercarme al Tema, porque me acongoja, pero lógicamente un mensaje televisivo de Putin es clave, así que lo escuché, traducido. Y a lo que quería ir es a que –lejos de compartir nada con Putin– desde los medios españoles, por ejemplo, parece haber una clara consigna de tergiversar o cuando menos distorsionar lo que dicen los rusos. Putin no amenazó con armas nucleares. Putin mencionó que varios líderes destacados de países de la OTAN habían hablado de la posibilidad de usar armas nucleares en el conflicto y Putin lo que hizo fue recordarles que Rusia también tiene armas de esas y, para chulearse, dijo que mejores. Eso es distinto a una amenaza. Tranquilizador no es, pero no es una amenaza. Sí que dijo que si Rusia ve amenazada su integridad territorial echará mano de todo lo que tenga a su alcance, sin mencionar las nucleares, pero se supone. Esto, más que una amenaza, es una evidencia que ya han mencionado muchos dirigentes rusos desde febrero y algo que también va dirigido al pueblo ruso. Vamos, es un aviso hacia el exterior y el interior. Y, por último, recordó a los que “nos chantajean con las armas nucleares” de que la veleta también puede girar de dirección. En ningún caso, si se leer, Putin amenazó con usar armas nucleares de manera unilateral y en primer lugar. Lo que haga luego, no lo sé, pero esa amenaza no la lanzó, aunque por supuesto sí que juega con eso y nada de lo que dijera fuese ni tranquilizador ni con visos de serlo a corto plazo. Lo cierto es que lejos de verse una salida lo que vemos es más ovillo y miedo. Motivo de sobra para seguir alejado lo más posible y soñar con alguna señal positiva.