Fomentar el reciclaje no es un capricho ni una imposición de las fuerzas políticas de izquierda. Ni mucho menos. Es lo que marca Europa y lo que obliga la ley estatal y la foral. También lo que el conjunto del planeta necesita inmersos en la mayor crisis medioambiental. Lo contrario es cerrar los ojos ante la realidad y pretender que la basura no se separe, que se entierre o incinere, sin recuperar apenas nada. Si algo han puesto de manifiesto las últimas jornadas sobre Gestión eficiente de los residuos que ha organizado la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona es precisamente el éxito que ha tenido estas experiencias en otras comunidades (Cataluña) y países europeos (Italia) gracias al sistemas de cierre de contenedores inteligentes o la recogida puerta a puerta. Son los métodos que de hecho avala la Comisión Europa y la propia normativa estatal. El despliegue de contenedores inteligentes en Pamplona y su Comarca para reforzar la recogida selectiva de basura concluirá en mayo de 2024, un sistema que se va extendiendo barrio a barrio y al que nos vamos acostumbrando pese al esfuerzo que supone para la gente mayor no acceder directamente a la orgánica y resto. Los resultados hasta ahora están siendo muy positivos sin olvidar que se trata de soluciones respaldadas en decisiones técnicas. En concreto, en lo que llevamos de año se reducido en un 30% el material depositado en el contenedor resto mientras aumenta la orgánica (un 250%), el papel y los envases. O se trabaja desde casa o no hay cadena mecánica (nueva planta proyectada en Imarcoain) que soporte los desechos de la que sigue siendo una sociedad de consumo muy potente. En realidad si la hay: vigilar quién deposita cada bolsa en cantidad y calidad (bolsas con chip y contenedores inteligentes). Es decir, una policía medioambiental que sancione a quien incumpla la ley. Y al menos de manera ejemplarizante sí se debería perseguir a la gente que tira la basura al suelo. Que Navarra Suma llame a la insumisión en la separación de la basura tiene delito. Tildan de “tortura” el actual sistema de tarjetas, y exhiben el bolseo y actitudes incívicas que aplauden quienes ni siquiera dan ejemplo con sus acciones. Se oponen a la planta de tratamiento cuando la alternativa es tirar la basura a Góngora, al sistema de contenedores cuando mejora los niveles de reciclaje, y a la subida de las tasas pese al aumento de los costes de producción, energéticos y de transporte de los servicios con un bono social del que se benefician unas 4.000 familias. Rechazan una institución cuyo gobierno no controlan.