Mi amigo Xabi Galarga es muy descreído, por el contrario es muy mañoso. Suele echar mano de casi todo. El otro día se compró una caja de herramientas para hacerse una enmienda a la totalidad pero tras el resultado se sentía como aquel que había perdido la fe en una reunión de obispos. No te jode, me dice, toda la vida escuchando a los portavoces de la iglesia ir sobrados de principios morales hasta el resacón ético, y el otro día hacen una pella de escándalo ante la Comisión de reconocimiento a las víctimas de abusos en el seno de la Iglesia en Navarra. O sea, o sea, Tamaras de dios, se os investiga por la responsabilidad directa en la comisión de 60 delitos de abusos en vuestra propia casa. Es lógico que escueza, claro. Pero si presumís de ir con la verdad por delante, no como mi amigo Xabi, que a la menor retranquea, echarle valor y coherencia ética. A ver, os regís por cientos de encíclicas y tenéis sobrepeso de principios, pues asumid lo que os toca y reconocer el pecado, ese que tanto os gusta nombrar y del que coméis caliente cada día. Pero no, en vez de reconocer a las víctimas, le hacéis una cobra a la verdad, de la que tanto presumís, y os autovictimizáis con eso de que se ataca a la institución y no se investigan todos los abusos. Huele a matarratas Vox que espanta. Y volvéis a culpabilizar a las víctimas. Y lo teníais fácil, porque esta Comisión nace con un exceso de amabilidad y su objetivo pretende una “reparación simbólica” después de muchos años de silencio que habéis usado como se usa y abusa de la amnesia histórica. Aun así os negáis. Ya lo dice Rodrigo Fresán : “preferiría un rebaño de ovejas sumisas a una manada de fieles siempre inquietos”.

En el fondo lo que os jode, dice Xabi, es que esta Comisión os cuestiona la inviolabilidad, de palabra, obra y omisión, de la que habéis abusado por los siglos de los siglos.