Irene Sarriasjoven de 24 años natural de Iruña que se acaba de graduar de Medicina siendo la mejor de su promoción– siempre tuvo claro que de mayor quería ser médica, pero cuando cuando llegó a Bachillerato las dudas comenzaron a nublar el sueño que comenzó en su infancia, cuando su aita le contaba lo que había hecho en el trabajo y le vestía con la bata blanca. Cuando realizó la EvAU, en 2018, el grado de Medicina solo se ofertaba en la Universidad de Navarra –a la que no quería ir– o en Bilbao, pero no quería alejarse de sus amigos y familiares. Así que prefirió probar Biotecnología, grado que se acababa de estrenar en la UPNA. Y falló. Se dio cuenta de que no era lo suyo y lo dejó. Un año después, nació la carrera de Medicina. “En cuanto lo vi, dije esta es la mía y, como tenía buena nota en Selectividad, me pude matricular y aquí he estado durante los seis últimos años de mi vida”, cuenta entre risas. Ya sea por destino o por casualidad, Irene pudo verse como se imaginaba cuando era pequeña, vestida con una bata blanca y con un fonendoscopio.

Cuando habla de su experiencia durante su etapa universitaria, lo hace con mucho amor porque reconoce que ha sido “muy feliz” y que le “han encantado todas las asignaturas y prácticas” que ha realizado, a pesar de que haya tenido altibajos porque hay mucha presión”. En especial, la recién graduada destaca las rotaciones que hizo durante el Erasmus en Colombia: “Me gustó mucho Urgencias, que como tal no hay especialidad; es Medicina de Familia, Plástica y Trauma. No sabría escoger entre quirúrgicas o médicas, pero Urgencias es lo que más he disfrutado con diferencia”, expresa.

Lo de después

Irene, junto con varios de sus compañeros de promoción tras el examen. Iñaki Porto

Ahora, con la mirada puesta en el MIR, Irene sabe que deberá escoger la ruta a seguir durante su nueva etapa como sanitaria. Y vuelve a tener muchas dudas porque, aunque reconoce que va a apostar por Medicina de familia, no quiere renunciar a otras especialidades. “No sé si sacarán Urgencias, pero me da mucha pena dejar de lado todo lo relacionado con lo quirúrgico. Así que, que sea lo que tenga que ser”, menciona. Con todo, lo que tiene claro es que trabajará mucho para que, cuando lo tenga más claro, pueda escoger el camino que más le apetezca continuar. “La carrera es exigente. En la época de exámenes, echas todo el día. Y a veces es duro porque ves que tu cuadrilla sale, pero tú te tienes que quedar en casa, pero si te gusta merece mucho la pena”, asegura.

Por otro lado, en lo que respecta al final de su carrera, Irene mira hacia atrás con mucha pena y nostalgia porque sabe que ya no volverá a ver todos los días a sus amigos de la universidad, con los que ha compartido mucho tiempo durante estos seis años, pero reconoce que le pica la curiosidad de “dejar de estudiar, empezar a trabajar, ganar dinero y tratar con pacientes de verdad”, enumera. Asimismo, tampoco sabe si se quedará en Pamplona o si se irá a otra ciudad con su novio. No obstante, lo que sí está claro es que el futuro de la medicina se encuentra en las mejores manos.

Una apuesta por la pública

Irene es la mejor de su promoción, aunque comenta con humildad que tan solo ha sido por unas décimas. “Mis compañeros son muy buenos, trabajadores e inteligentes. Todos tenemos muy buenas notas. Y eso es consecuencia de que estemos en una universidad pública que nos ha hecho aprender y trabajar. De hecho, de lo que más se alegra es de haberse formado durante estos seis años en la UPNA porque “ya era hora de que Medicina no estuviera solo en la privada. Porque es injusto que alguien que quiere ser médico no pueda serlo porque no se lo puede permitir porque las matrículas son excesivamente caras. Y en la UPNA tienen la oportunidad”, asegura.