La violencia de género había sido uno de esos temas sagrados entorno al cual no había discusión. Rechazo y repulsa ante todo tipo de violencia machista producto de “las múltiples discriminaciones que sufren las mujeres en cualquier ámbito y contexto“. Una declaración blanca como la de cualquier víspera de 25N que nadie cuestionaba. Porque entorno a este tema tan sensible, en esta tierra de profundas diferencias ideológicas, siempre se ha actuado con seriedad, unidad, consenso y compromiso... Hasta ayer. El texto fue aprobado por unanimidad pero no fue firmado, como hasta ahora, por todos los grupos políticos representados en el Parlamento foral. Navarra Suma aprovechó el debate parlamentario para romper ese consenso y presentar un texto alternativo, en este caso criticando la ‘Ley del Sí es Sí’ y pidiendo la dimisión de la ministra de Igualdad Irene Montero. Sin venir a cuento. A nadie se le escapa, tampoco a la sociedad, que tratar de hacer una utilización política de un asunto tan delicado, con 37 muertas en lo que va de año, es más que mezquino. Resulta impresentable. Y se hacía precisamente el mismo día que la Fiscalía rechazaba rebajar penas a agresores sexuales si siguen vigentes en una, sin duda, controvertida ley. Y es más, ¿desde cuando a la ultra derecha le ha preocupado que algunos agresores salgan a la calle o se les reduzcan las penas? Nunca. Miento, ahora que empieza la campaña electoral veremos más ejemplos. Pero más allá de los aciertos o desaciertos en la nueva legislación estatal y/o su aplicación lo que queda claro es que la polémica está siendo aprovechada por una parte de la derecha para negar las desigualdades y desprestigiar las políticas de igualdad detrás de las cuales hay profesionales y técnicas que trabajan codo a codo con la realidad de la calle, con las víctimas y con los colectivos sociales. Colectivos como los trece chavales de Huarte y Santacara que precisamente ayer presentaban dos videoclips dirigidos a los jóvenes para prevenir este tipo de violencia. Con su música, chicas y chicos, tratan de acercarse a los suyos como referentes necesarios a la hora de denunciar y rechazar los mitos asociados al amor romántico, las relaciones tóxicas de pareja donde la mujer termina absorbida por el hombre, defendiendo en sus letras “basta ya”, “el querer no significa sufrir” y las relaciones sanas. La lucha contra la violencia machista necesita consenso institucional, político y social. Sin duda, dos ejemplos antagónicos.