Es un hecho propio de nuestro presente histórico que la mentira camina por delante de la verdad. La propaganda y la intoxicación han ido ganando terreno conforme los elementos emisores de ideas o informaciones se han multiplicado y además conforman un sistema de control en términos de poderosos oligopolios. El llamado principio de orquestación es uno de los 11 componentes del sistema nazi de propaganda que impulsó el jerarca Goebbels: La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad”. Y aquel principio nazi es hoy un principio generalizado. Los ejemplos son múltiples. Lo estamos viendo esta semana tras el anuncio de la fecha definitiva –el 31 de marzo de 2023–, en que la competencia de Tráfico llegará a Navarra. Un aluvión de informaciones e intervenciones de políticos, tertulianos y periodistas ha situado ante la opinión pública una sucesión incontable de mentiras. Una inmensa campaña de agitación política, manipulación informativa e intoxicación social. La Guardia Civil no abandona Navarra. Ni tampoco el anuncio de esa fecha dentro de los acuerdos presupuestarios del Gobierno central para las Cuentas de 2023 es una cesión a EH Bildu. En todo caso, sería la reventa de una mercancía ya vendida en anteriores ocasiones. La demanda de recuperar la competencia de Tráfico en exclusiva para la Policía Foral –que centralizó el franquismo en 1962–, es una demanda histórica de Navarra que han apoyado todos los gobiernos forales y todos los partidos. De hecho, fue Sanz en 1996, en su primer discurso de investidura como presidente de UPN-PP, el que la reclamó como iniciativa estrella de sus compromisos de Gobierno de aquella Legislatura. Y fue Aznar, en el año 2000, el primer presidente que se comprometió con ese traspaso. Como antes se había hecho con la Ertzaintza en la CAV o los Mossos en Catalunya. Por cierto, una competencia que también ha reclamado insistentemente Feijóo para Galicia. Aznar incumplió su promesa a Sanz, como incumple el Estado cuando se trata del cumplimiento del desarrollo autonómico. Fue en 2018 cuando de nuevo Sánchez se comprometió con la entonces presidenta de Navarra Uxue Barkos a cerrar este capítulo en un plazo de seis meses. Sánchez tampoco lo cumplió. Desde 2018 han pasado cuatro años en los que Sánchez volvió a pactar en 2019 con el PNV ese traspaso también en un plazo de seis meses, que igualmente se incumplió. Y durante esta Legislatura, con la socialista Chivite ya en la presidencia del Gobierno de Navarra, han sido varios los anuncios de un traspaso que aún no ha acabado de llegar. La mercancía ya estaba requetevendida hasta de que el PSOE ofreciera a EH Bildu la fecha definitiva. Pero de paso, de nuevo, Navarra es vapuleada en Madrid cada que vez se sitúa en el centro del debate político allí. Se manipula y falsea su realidad social, económica, política, histórica, foral, cultural o lingüística. No es nuevo pero cansa mucho. Y más aún que ese ataque constante a la imagen de Navarra tenga como cómplices a políticos navarros en un ejercicio impresentable de impostura y falta de dignidad políticas.