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Editorial

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La violencia sexual que no se percibe

La sociedad rechaza el acoso y las agresiones sexuales de forma abrumadora pero en el imaginario cultural de mujeres y hombres tiene más de una interpretación donde numerosas expresiones de dominio se toleran

La violencia sexual que no se percibeOskar Gonzalez

La violencia sexual es una realidad tan extendida que un 21% de las mujeres adultas entrevistadas por el CIS admite (y no todas lo hacen) haberla sufrido. A su vez un 35% de las personas encuestadas por el CIS en todo el Estado conoce personalmente a alguien de su círculo que la ha sufrido, y el 27,2% en su vecindario, porcentajes realmente preocupantes. No existen dudas en esta encuesta sobre el rechazo de la población masculina y femenina al acoso y a las agresiones sexuales. En los matices, en las insinuaciones, en algunos comentarios consentidos, es donde radican las diferencias que son las que realmente nos muestran el camino que le queda a la sociedad por recorrer en materia de igualdad. En su máxima expresión de violencia sexual está la violación, pero son numerosas las expresiones que constituyen violencia sexual que pasan desapercibidas o toleradas y que en el miedo en el que ha sido educada una mujer ante el control del hombre que, a su vez, ha construido su identidad masculina sobre la impunidad en las relaciones, se normalizan. Existe una mayor conciencia y sensibilidad social sobre las agresiones pero hay un montón de conductas agresivas que doblegan la voluntad de las mujeres y que no se perciben como agresión. De hecho, un 20% cree que no se debe ser castigado por la ley a quien obligue a su pareja a tener relaciones sexuales. Como tampoco ven perseguible hacer comentarios sexuales no deseados a una mujer en un 49%, o el 28% besarla contra su voluntad. Sólo el 44% ve punitivo lanzar comentarios ofensivos o embarazosos en internet o redes. Tampoco hay dudas a la hora de definir acoso sexual cuando hay por medio amenazas, presiones, tocamientos o “acorralamientos”, sin embargo un 46,7% no lo ve en los chistes insultantes sobre la mujer, hacer a una mujer preguntas privadas sobre su vida sexual (22%) o pedir reiteradamente relaciones sin presión (21%). Un 12,2% cree que el principal motivo por el que algunos hombres agreden es porque tienen problemas mentales, un 10,6% por la falta de educación, carencia de principios o valores. Es decir no se percibe como un problema estructural en una minoría no tan escasa el factor de superioridad o abuso de poder. Seguramente ni siquiera se conozca -tampoco se pregunta- que en este momento, y quede como quede la ley estatal de libertad sexual, todo acto sexual sin consentimiento es agresión (no hay distinción entre abuso y agresión). El hecho de que sólo el 31% vea punible pagar a una mujer por mantener relaciones es otro debate no tan alejado.