Ya es temporada de fiestas. Arrancaron con la de San Jorge y este jueves llegan las de la Txantrea, barrio que además propone un día más de programa, a lo grande!. Después de la pandemia el mundo regresa a los locos años veinte. Ni inflación ni crisis. Hartos de tanta contención, de miedo y aislamiento social, de guerras y vaticinos económicos apocalípticos, necesitábamos desenfreno y despilfarro. Y si algo hemos aprendido en estos años de reclusión, además de ahorrar, es a crear comunidad, a valorar nuestros barrios y pueblos, sus bares y comercios, nuestras tradiciones y cultura. Por eso éstas serán las fiestas kilómetro cero pese a un Ayuntamiento de Iruña que –en la recta de salida– sigue poniendo trabas al trabajo que desarrollan diferentes colectivos en fomento de la convivencia. Las fiestas son de hecho el culmen de un año de trabajo de las distintas coordinadoras culturales ofreciendo múltiples actividades para cada barrio y sus generaciones. Colectivos que sacan adelante programas sin apenas subvenciones gracias al apoyo de comercios y vecindario. Organismos populares que se tienen que hacer cargo de papeles, burocracia, de infraestructuras y servicios, tal y como denunciaban los de San Jorge la semana pasada, porque, en el fondo, al equipo de gobierno no le gusta la cultura popular, y acaba la legislatura como la empezó, a golpe de censura, pero sin lograr minar los ánimos. Porque cuando se piensa en la chavalería, en los txikis, adolescentes o mayores, en su disfrute, el esfuerzo merece la pena. La recompensa es la gente.