Otro lunes, en la terraza del Torino, Lucho y yo. Viendo pasar la vida, que pasa para no volver. Y entonces, sin más ni más, que es como decía mi tío Pío que hay que decir las cosas importantes, le digo, tratando además de marcar las pausas para que me entienda bien: Todos nos enfrentamos a las dudas que tenemos todos, que son las que son, obvio, pero creo que el Nihilismo Narcisista con Exhibicionismo Añadido, también llamado NNEA, está haciendo estragos en la sociedad, Lutxo. ¿Tú qué opinas? Y me responde que, a él, el NNEA no le asusta, que le parece incluso una cosa natural. Y que, lo que le preocupa de verdad, es el EVOO, el Énfasis Victimista con Onanismo Obcecado, que crece cada día. Dice que se trata de una fiera parda con una dentadura espantosa que puede destrozar en pocos minutos al frágil y tembloroso cervatillo de la convivencia. Y bueno, básicamente, ese es el meollo de nuestras discrepancias: yo NNEA y él EVOO. Todos luchamos contra cierto número de trabas, le digo en plan conciliador, intentando no mostrar una oposición frontal, dado su tierno hipotálamo. Y rápidamente me contesta: Eso es muy cierto. Así que, al final, tan amigos. Mira qué bien. Puede que solo sea una cuestión de orden, le digo. O sea, puede que el EVOO sea la causa y el NNEA el efecto, o puede que sea al revés. Qué más da eso, ¿no? Y añade: El orden de los factores no altera el producto. Y efectivamente, tienes toda la razón, Lutxo. Porque, ¿cuál es el producto?, le pregunto. Y suelta: El producto, todos sabemos cual es. Y también eso es cierto. Ya que el producto sería el resultado de multiplicar el EVOO por la NNEA. Y ya sabemos cuál sería el resultado, claro. Lamentable a corto plazo. A la vida, si pudiera, ¿quién no le sacaría chispas todo el tiempo, venga y venga, sin parar? Todos lo haríamos, espero. Es decir, supongo. Ay, pero mucho me temo que eso es imposible.