A esta hora el socialismo navarro debería estar tomando decisiones. O quizás las han tomado ya. Porque si algo sobrevuela peligrosamente sobre el escenario político de Navarra es la posibilidad de que la derecha gobierne en varios ayuntamientos. No lo hará si el socialismo navarro, al que tanto le cuesta hablar sin circunloquios, se implica en ello. Con los resultados en la mano, tanto Chivite como Elma Saiz, que tanto han jugado al despiste durante la campaña, están obligadas a pactar por la izquierda y renunciar a la tentadora equidistancia de favorecer gobiernos de UPN, sea donde sea y como sea, en directo o diferido, por acción u omisión.

Pero ambas anunciaron en campaña que no llegarían a acuerdos de gobierno con EH Bildu. Como si así expiaran alguna tentación incestuosa. Así que ya me dirán como resuelven esta contradicción política y democrática. Y más teniendo en cuenta los votos obtenidos.

¿Cómo explicar entonces este bloqueo socialista a HB-Bildu? Una vieja teoría de uso interno dice que más vale perder en Navarra que perder en España. Según esto, Ferraz podría imponer un “juniazo” con objeto de no desgastar al PSOE en las próximas elecciones estatales. Pero, vista la política amable y socialdemócrata de EH Bildu en los gobiernos de Navarra y de España, ¿alguien cree que esa teoría no está ya amortizada? ¿Qué puede frenar entonces al socialismo navarro para que éste posibilite gobiernos de izquierdas en los que EH Bildu participe junto al resto de fuerzas progresistas?

Solo se me ocurre lo siguiente: El socialismo navarro no ha roto aún con su Viejo Régimen. Como si Arbeloa y Jiménez siguieran agazapados en sus estratos más profundos liderando a gentes que se sienten más cómodas con UPN que con gobiernos de transformación real.

Su posición en la gobernabilidad del próximo ayuntamiento de Pamplona será la prueba del algodón para verificar su regeneración o no.