En este tiempo que transcurre entre las elecciones y la constitución de las corporaciones locales, momento en el que hay que plasmar lo expuesto en los programas electorales en hojas de ruta y acuerdos de gobierno, escribo para animaros a realizar una apuesta decidida por las políticas de juventud a nivel municipal. Un momento idóneo para hacer una reflexión y dotar de mayor protagonismo a las áreas de juventud o por crearlas en caso de no existir esta concejalía. Una ocasión perfecta para priorizar, dar protagonismo y mejorar la dotación presupuestaria de estas áreas en el organigrama municipal. 

Apostar por las políticas de juventud no es únicamente trabajar el entretenimiento de nuestras personas jóvenes, hay muchas líneas de trabajo a abordar desde lo local que entroncan con todos los ámbitos de la vida de nuestra juventud.

La principal mirada, también a nivel municipal, se ha de poner en la emancipación, es decir, ocuparse de los aprendizajes, de las habilidades, de promover recursos necesarios, de dar posibilidades a cualquier joven o grupo de jóvenes que quiera promover un proyecto… Por tanto, siempre es positivo reforzar el papel de las áreas que tienen que ver con esa emancipación: ocupación, vivienda, movilidad, educación… y de que estas tengan en cuenta a la juventud a la hora de planificar cualquier actuación. Por eso, apostar por la creación de concejalías de juventud es una medida de gran utilidad dada su incidencia transversal.

Por otro lado, debemos reconocer la importancia del ocio educativo, algo que pasa por la coordinación con la educación formal y por la generación de sinergias entre todas las entidades que trabajan en este ámbito, algo que, a nivel local, tiene muchas más facilidades. Un trabajo que, además de las propias entidades locales y asociaciones juveniles, debieran incorporar el mundo de la cultura y el deporte, por ejemplo, que también trabajan la educación en el tiempo libre.

Es evidente que esto pasa por facilitar la participación de la juventud, reforzando las entidades existentes, educando en la participación a partir del ocio educativo, llegando a más gente joven más allá de donde está organizada. Trabajar con metodologías participativas lleva tiempo y esfuerzo, pero es la forma de que las personas jóvenes vayan siendo protagonistas de sus propias ideas y proyectos.

Otro aspecto a tener en cuenta es la información juvenil, un derecho reconocido para las personas jóvenes. La red de oficinas y puntos de información juvenil coordinada desde el Instituto Navarro de la Juventud abre un sinfín de oportunidades a aquellas entidades locales que se adentran en este ámbito que, además de la mera información, debe abarcar el asesoramiento en aspectos tan necesarios como el bienestar emocional, las relaciones afectivo sexuales, las adicciones o la promoción de la igualdad. Recientemente hemos presentado los manuales de creación de servicios y de acogida precisamente pensando en ampliar estos servicios en localidades que ahora no cuentan con ellos.

Hay que estar en las redes sociales y aprovechar una de sus grandes ventajas: que se puede interactuar con sus usuarias y usuarios, sobre todo en poblaciones pequeñas y medianas. Además, insistimos en algo que ya sabemos: la mejor comunicación hacia la gente joven es la propia gente joven. Apoyándoles de forma próxima y planteando campañas con sus lenguajes y que partan de sus necesidades.

Todo esto pasa por contar con profesionales en el ámbito. Un trabajo que necesita ir donde está la gente joven, estar en contacto con las personas jóvenes del municipio, conocer su realidad, mediar entre jóvenes y Administración. Y que requiere también una buena formación reconocida e instrumentos y protocolos que faciliten la coordinación y seguimiento de las actuaciones, algo para lo que está a disposición el Instituto Navarro de la Juventud. 

Hablando de dónde está la gente joven deberíamos pensar en la necesidad de mejorar los espacios para jóvenes o, en muchos casos, poner locales a su disposición. Han de ser su lugar de encuentro, de tener referentes educativos a los que puedan consultar cualquier cosa, un espacio de confianza, un recurso para que puedan idear y construir sus propias actividades, sobre todo con las y los adolescentes.

Estos son algunos de los retos que, en mi opinión, y siempre en beneficio y por el interés de nuestras y nuestros jóvenes, animamos a tener en cuenta en la nueva agenda de los gobiernos municipales y que, desde el Instituto Navarro de la Juventud, esperamos puedan tener encaje para las corporaciones que ahora se constituyen en los ayuntamientos. Quiero destacar la disposición de este organismo para poder acompañaros, asesorar o impulsar las políticas de juventud a nivel municipal, tal y como indica la Ley Foral de Juventud. Es una nueva oportunidad la que se os brinda y que nuestra juventud necesita y sabrá valorar.

El autor es director gerente del Instituto Navarro de la Juventud