Donald Trump tendrá que declarar mañana ante un juez de Florida por los papeles de Mar-a-Lago, la lujosa finca a la que trasladó de forma secreta documentación muy sensible para la seguridad nacional. Según la ley que regula los archivos nacionales, todos los documentos originados durante una presidencia o vicepresidencia deben ser entregados al final del mandato. Trump ha sido imputado por 37 cargos correspondientes a siete delitos, lo que le convierte en el primer expresidente que afronta causas penales de carácter federal. El republicano está acusado de retención deliberada de información relacionada con la defensa nacional, de ocultamiento corrupto de documentos, de conspiración para obstruir la justicia, de realizar declaraciones falsas y de manipulación de testigos.

Como era de esperar, al expresidente le ha faltado tiempo para retorcer la verdad de los hechos y situarse otra vez como víctima de una administración, la de Joe Biden, capaz de colocar a todo un expresidente en una posición inconcebible, lo que según Trump, es señal inequívoca del declive de Estados Unidos. Trump vuelve a recurrir al manual de la manipulación que con tanta habilidad y descaro ha sabido manejar para fidelizar a su parroquia y hacerse con el liderazgo del Partido Republicano, donde casi nadie osa contradecirle. La imputación se ha cruzado con las primarias, proceso que encabeza con suficiencia en los sondeos. El expresidente es un líder adorado por el sector más radical del republicanismo, fortaleza que exprime para condicionar a sus rivales, que no han dudado por si acaso en arroparle ante esta nueva “injusticia”. Pero a diferencia de otras causas en las que se ha visto envuelto en estos últimos tiempos, como la de los pagos a la actriz porno Stormy Daniels para que callara en su carrera a la presidencia en 2016, en este caso, la gravedad de los delitos que se le imputan es un factor de preocupación para la familia republicana, de cara a recuperar el control de la Casa Blanca. Las pruebas parecen irrefutables y teniendo en cuenta que la acusación se refiere a una materia tan delicada como la seguridad nacional, su influencia más allá del círculo republicano más fiel, en sectores independientes y de indecisos, podría resultar letal para sus aspiraciones cuando le toque enfrentarse a Biden el año que viene. Quien saldría ganando sería la democracia estadounidense, que desde la irrupción de Trump ha sufrido un acusado un proceso de degradación y enconamiento social.