Casi dos meses y medio después del 28-M, PSN, Geroa Bai y Contigo-Zurekin cierran un acuerdo para renovar la fórmula de un Gobierno de coalición progresista, plural y transversal que refuerza la capacidad política y del autogobierno foral de Navarra para el entendimiento entre diferentes que ya se ha hecho patente en las dos últimas legislaturas. Un acuerdo que, con el apoyo o abstención anunciada por EH Bildu, confirma la investidura de María Chivite como presidenta de Navarra por segunda vez.

Ha sido un tiempo extenso, y no exento de desencuentros, desconfianzas y tensiones, dados los resultados de las elecciones forales de mayo, que confirmaron en las urnas ampliamente la mayoría progresista de Navarra dando luz verde a la continuidad del modelo de gobernanza y convivencia que ha dado resultados positivos a Navarra y a los intereses generales de las navarras y navarros los últimos ocho años. Será responsabilidad ahora de la propia Chivite tejer la confianza interna y diseñar un modelo de organización y colaboración en su Gabinete que dejé atrás las dudas que pueda producir esta negociación. Solucionadas las diferencias en el reparto de competencias y consejerías, Navarra cuenta con un Gobierno con un acuerdo programático amplio y ambicioso, un método de control de su cumplimiento y una estructura y responsabilidades que satisface a todos sus miembros.

En contraste con el fiasco de Iruña –quizá pendiente de resolverse en los próximos meses–, el acuerdo de Gobierno ratifica la apuesta política, social y electoralmente mayoritaria que entiende que esta tierra es mucho más rica en matices, planteamientos, actitudes y pluralidad que el reduccionismo maniqueo al que se le ha sometido durante décadas y al que algunos –la derecha se encamina a 12 años ya en la oposición–, aún se aferran desesperadamente. Basta repasar las sandeces, intoxicaciones y falsedades que se dicen, oyen y escriben con total impunidad sobre la sociedad navarra para ver el alcance de la impostura del uso de Navarra como objeto de interés partidista, mediático y político. El nuevo Gobierno de Chivite y sus aliados afrontan ahora la responsabilidad de mantener una acción política y presupuestaria que garantice sus ejes prioritarios: la cohesión social, el empleo y el desarrollo económico y la convivencia de la pluralidad. Con un consenso pendiente sobre la salida del euskera del conflicto partidista para su normalización en positivo.