Otro naufragio de personas migrantes deja al menos 41 ahogados a las puertas de la isla de Lampedusa. Hay topónimos que poco a poco se cuelan en la Historia por la desgracia de las historias que se suceden a su alrededor. Lampedusa es hoy uno de esos sitios malditos para la humanidad por la inhumanidad que recogen sus aguas. Seguramente la mayoría de sus habitantes no solo no tienen nada que ver con ello, sino que son conscientes de la necesidad de ayudar a quienes se acercan en una travesía desesperada a sus costas, pero la inhumana política migratoria de la UE y de la ultraderecha en Italia hace inútil muchas veces todo compromiso humanitario.

Hace solo un mes, frente a las costas griegas, cientos de personas murieron en alta mar, abandonadas a su suerte sin que llegara ayuda oficial, mujeres y niños y niñas la mayoría, atrapados en las bodegas de otro barco de la muerte. Solo en la última década han fallecido decenas de miles de personas intentando llegar a Europa. La mayoría de esas víctimas inocentes en las rutas del Atlántico, el Estrecho o el Mediterráneo son africanos que huyen desesperadamente del hambre, el abandono, la guerra o el fanatismo religioso. Ahora el Shael y el África Occidental está de nuevo en el punto de mira de Occidente.

La sucesión de golpes militares en varios de esos países contra la presencia de la UE y EEUU en la zona ha desastado las alarmas por las consecuencias que pueden tener para los intereses económicos y geopolíticos occidentales y el avance de la influencia política, económica y militar de Rusia y China. Suenan tambores de guerra después de que Níger suspendiera el traspaso de recursos naturales de oro y uranio con Francia y EEUU. Dudo todo que a África le vaya ir a largo plazo mejor con Rusia y China, pero la realidad del la brutal colonización inicial de ese continente y una descolonización posterior que no ha servido sino para acrecentar la explotación de personas y el expolio desaforado de sus recursos naturales y minerales por las potencias occidentales no ha aportado otra cosa que pobreza, enfermedades y miseria a África.

Martirizada por la guerra, conflictos civiles, desastres naturales, corrupción política y la paupérrima situación socioeconómica que se deriva de décadas de imposición de condiciones ventajistas para los intereses de las grandes potencias y las grandes corporaciones multinacionales, África presenta hoy el cuadro más dramático del mundo. Con una población aproximada de 1.000 millones de personas repartidas en 54 estados diferentes, es la zona más pobre del mundo. 34 de los 48 países con menor nivel de vida del planeta pertenecen a este continente. El jesuita Jon Sobrino advirtió ya de que el drama de África es “de una monumentalidad que debería hacer temblar al mundo” e ironizó sobre la torpe atención mediática que se presta al fenómeno de la inmigración africana, “del que apenas veis destellos cuando llegan pateras o cayucos”. Vale recordar también aquella gran frase del expresidente de Tanzania Julius Nyerere: “No necesitamos que nos echen una mano, basta con que nos quiten el pie de encima”. De nuevo, la respuesta de Europa y EEUU es guerra, cortar la ayuda en alimentos y medicinas y pagar a Túnez, Marruecos o Turquía para que abandonen en los desiertos a esas personas para que mueran de hambre y sed. No hay humanismo alguno ni valores democráticos. Solo negocios.