Aunque es inevitable cabrearse con el show de ayer de Rubiales... ¡Qué gran semana para el fútbol femenino español! Primero, el título mundial, doble éxito por lo deportivo y por los grandes índices de audiencias para darle en el morro a los machirulos futboleros, que haberlos haylos a docenas. Y después, el derribo de los cimientos machistas de la Federación Española.

Que Rubiales se aferre ahora la brocha cuando a su alrededor se ha caído el edificio entero es hasta gracioso, por mucho que su chulería enfade a casi todos. El discurso de macho ibérico que se cascó ayer –para colmo, plagadito de mentiras– es el canto del cisne de un tiempo que se acaba. Seguirá peleando hasta el final por el pastón que gana, pero ya es pasado. Se cree que por no dimitir sigue ahí, en la cima de la Federación, pero lo ha barrido el viento de la historia. Y ojalá (no será fácil) el fútbol español sepa ahora hacerle lo mismo a los que le aplaudían ayer sus disparates.