Me divierte ese mantra que está intentando expandir UPN repitiendo cada día la idea de que el PSN le ha metido un gol a Geroa Bai pasándole la consejería de Salud. En esa tesis, UPN desliza que para los socialistas navarros la gestión de la sanidad pública de Navarra es un marrón que había que quitarse de encima. El mantra se completa con el argumentario de que el PSN tiene en sus manos el control presupuestario y que someterá la financiación del departamento de Salud a sus intereses partidistas abriendo o cerrando el grifo en función de los mismos para joder la imagen pública de Geroa Bai. No me cuadra ninguna línea del discurso este. No sé si el PSN tenía la intención inicial de quitarse la gestión de Osasunbidea o ha sido una consecuencia del reparto de competencias en las negociaciones entre los socios del Gobierno. Pero me cuesta creer que cualquier formación política, más con un ideario que se supone de base socialdemócrata, tenga como objetivo evitar velar por la sanidad de los ciudadanos a los que quiere representar. Es, evidentemente, un área que presenta problemas complejos y necesidades nuevas en este presente. Y, por eso, precisamente es una de las cuestiones que más importancia y seguimiento exige en la acción política de cualquier Gobierno que tenga el interés general y el bien común como objetivo prioritario.

En todo caso, creo que Geroa Bai ha hecho bien en asumir esa consejería. Pienso que para cualquier partido político o persona que decida dedicar su capacidad profesional y una parte de su vida laboral a la política como servicio público, la posibilidad de gestionar un departamento en el que se juega la atención sanitaria de la sociedad a la que pertenece es, en primer lugar, una obligación ineludible, y, en segundo, un compromiso apasionante por muy difícil y complicado que pueda ser. Tampoco veo posible, ni siquiera como hipótesis partidista, que el PSN se plantee utilizar políticamente la financiación a de Osasunbidea para desgastar a Geroa Bai. No me parece que ese camino tenga recorrido alguno por muchas razones, pero hay una sola que es suficiente para desmontar ese argumento: Chivite no se va a tirar piedras a su propio tejado de presidenta dificultando la búsqueda y la toma de decisiones para paliar o solucionar los problemas que arrastra la atención sanitaria en Navarra. Las consecuencias de torpedear la gestión de Salud afectarían a la imagen y credibilidad del conjunto del Gobierno. Es un absurdo más de todos los que adornan el discurso político de UPN desde hace años. Al contrario, si ya he escrito que el trabajo de Santos Induráin y su equipo y de todos los profesionales de la sanidad navarra ha sido bueno, en un tiempo convulso por la pandemia y por las necesidades sanitarias del cambio generacional actual incluido el relevo de sus profesionales, la vuelta de Fernando Domínguez, quien ya fuera consejero de Salud en el Gobierno de Uxue Bakos, entre 2015 y 2019, con otra buena hoja de servicios como herencia, es también una buena noticia de partida. No sé qué depararán el ámbito de la atención sanitaria y sus retos, pero será una de las claves de la percepción del Gobierno en la sociedad navarra. Más allá de los ruidos interesados, la sanidad pública es una prioridad, si no la prioridad, de nuestro sistema de cohesión y convivencia.