Me avisaron, me bajaron en la cama, me pusieron la vía, me dijeron que pensara en algo agradable -pensé en ti, Luka- y ya no me enteré de nada más hasta que algunas horas después me desperté con una vesícula menos, varias grapas más y bastante dolor, que la enfermera Ekhi me fue rebajando a base de analgésicos en la sala de despertar. Luego me subieron a la habitación, me siguieron tratando a las mil maravillas y al día siguiente, hace apenas dos semanas, me mandaron para casa con todo bien explicado y la sensación de que tengo mucha suerte en cuanto a la sanidad se refiere, porque mi experiencia personal en general y cada vez que me toca es inmejorable. Esta vez no fue menos y 14 días después, ya sin grapas y sin apenas molestias, puedo decir que aunque sé de sobra que de experiencias personales no se pueden extraer conclusiones generales sí que me corroboro en que la sanidad que disfrutamos es una joya que hay que cuidar y para la que no hay que escatimar recursos, ideas y mentes pensantes. Estos días oímos y leemos el tema de las listas de espera, que suben, y hace mucho que sabemos que la Atención Primaria, básica, tirita por falta de material humano, con lo cual es lógico pensar que estamos en una fase dura para cualquier nuevo equipo que se haga cargo de un mastodonte como es Salud, una responsabilidad que ha recaído este año en Geroa Bai pero que está formado por miles de profesionales de todo rango y condición que son los que a fin de cuentas van a tirar del carro. Responsabilidad de los gestores es y será impulsar políticas que mejoren la situación y que hagan atractiva una profesión que tiene mucho de vocacional y, como todo lo vocacional, mayor riesgo de decepción y de dar paso a una actitud de cumplir y punto. No fue mi experiencia, cada uno de los muchos y muchas que te cruzas en apenas 30 horas eran todo amabilidad y respuestas. Gracias.
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