Leo dos noticias. Una es la elaboración del mapa detallado del cerebro humano (el que daba fruto, como escribió Violeta Parra y cantó Mercedes Sosa) realizado por un consorcio científico internacional. Y usted y yo que pensábamos que en el cerebro había neuronas, pues fíjese, que hay 3.000 tipos de células diferentes y las múltiples combinaciones posibles hacen que no haya dos cerebros iguales. Dispondremos de una clasificación de cerebros y nos explicaremos cosas. A mí me maravilla todo lo que no sé.

La segunda noticia es que la NASA ha enviado a una misión a Psyche, un asteroide, originalmente un planeta, pero tan vapuleado que solo ha mantenido su núcleo de níquel y hierro. Al núcleo de la Tierra se le llama NIFE precisamente por tener idéntica composición. Como nos es imposible llegar a nuestro núcleo, Psyche nos aportará conocimiento. Pienso en el cerebro como núcleo de identidad, de posibilidad de conciencia, y la imagen de Psyche, tan ilustrativa de los daños sufridos, me lleva a otro lugar, a la tercera entrada del día.

T tiene alzheimer. Los años la han ido desprendiendo de capas y certezas de posesión y pertenencia. En su espacio todo cuadra o, mejor dicho, cada vez hay menos necesidad de que algo cuadre, pero el núcleo responde a estímulos que quedaron registrados hace décadas. Ha escuchado una pieza de Katiuska, otra de El Caserío y La del pañuelo rojo. Todas de ayer. Se le ilumina la cara, la letra fluye y con ella el recuerdo de su madre, que las cantaba y con quien a veces nos identifica, saltando tantos domingos de invierno, cuando era su marido quien las ponía en el tocadiscos. Nos emociona verla así y, creo que también, la intuición de todo cuanto no sabemos.