La escalada bélica entre Hamas e Israel se mide en víctimas civiles y en un absurdo pulso de predisposición a señalar los excesos de uno de los bandos enfrentados y edulcorar los de otro, en función de las afinidades ideológicas de los partidos y los gobiernos europeos. Dejarse atrapar por esa dinámica implica renuncias éticas en materias fundamentales que están recogidas en el Derecho Humanitario Internacional. Tanto las Convenciones de Ginebra de 1949 como los protocolos adicionales suscritos en 1977 sientan la base de un marco de derecho. Segun el mismo, la regulación de los conflictos internos e internacionales compromete a sus firmantes a cumplir con parámetros humanitarios en su desarrollo. Concretamente, los protocolos adicionales son un exhaustivo articulado que desarrolla la protección de la población vulnerable no combatiente y sus bienes. No faltan, por tanto, parámetros para construir un espacio de garantías para las ciudadanías israelí y palestina; falta la voluntad de protegerlas y no hacer de ellas rehenes de los intereses de cada parte. El Estado de Israel está obligado por las Convenciones de Ginebra desde su adhesión en 1951 y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), las suscribió, junto a los protocolos de protección de la población civil, en 1989. Sin embargo, estos protocolos no están suscritos por Israel ni, por supuesto, por Hamas, lo que dibuja un conflicto armado entre dos fuerzas que no se sienten en la obligación formal de respetar a la población indefensa. Solo la presión diplomática internacional puede introducir criterios humanizadores en la brutalidad en marcha. Es preciso exigir a las partes el cumplimiento de los protocolos de protección mediante un ejercicio de derecho consuetudinario que les fuerce a aplicar la práctica general aceptada como derecho por la aplastante mayotía de la comunidad internacional, aunque no estén obligados vía tratado. Por ese camino se acaban debates éticamente insostenibles. Ni el asesinato premeditado de civiles israelíes perpetrado por Hamas ni la ofensiva indiscriminada del ejército hebreo y el bloqueo de la ayuda humanitaria sobre la población de Gaza tienen cabida en los términos del derecho humanitario que debe ser la base del señalamiento de crímenes de guerra con independencia de quién los cometa.