Tienes 8 años, siempre atiendes en clase y tratas de ayudar a tus compañeros. Cuando la profesora se ausenta un momento del aula y alguien aprovecha para liarla tú continúas con el ejercicio. Lo terminarás pronto y lo harás bien. Tendrás buena letra y tu cuaderno, un aspecto impecable. Serás la primera o una de las primeras de clase. No puedes no serlo. Pero nunca celebrarás tus logros, sólo te permitirás una minúscula satisfacción íntima. Cuando la profesora vuelve no acusas, no eres una chivata. No molestas, no quieres enfadar a nadie. “Es una niña muy buena”. Cuando te describen así están llenando la jarra de la bondad de un líquido tóxico cuyo poder sobre ti no eres capaz de identificar ni de medir. Si además en casa no alcanzan a dedicarte el tiempo y el cariño que necesitas, tenderás a obedecer a quien sí lo hace para sentirte merecedora de esa atención. Si esa persona hace contigo algo que tú no quieres, lo aceptarás aunque te explote la cabeza y no se lo dirás a nadie, porque te está entregando su tiempo y porque no hay que rebelarse. Esa certeza inconsciente que anida en ti se ha alimentado de miradas aprobatorias, gestos reprobatorios, aprendizajes intuitivos. Cuando crezcas diversas revoluciones estallarán en tu cuerpo y en tu mente. Continuarás siendo ejemplar. La gran mediadora, la mejor amiga, pareja, amante. Hay que ser muy buena para que te quieran. Un trabajo duro, un esfuerzo sostenido. Y subordinar tu autoestima a la aprobación ajena puede abrir la puerta al terrorismo psicológico y emocional. Empezarás a rebelarte y eso te hará sentirte culpable. Te has hecho adulta. Eres una buena profesional, multidisciplinar, responsable, creativa, minuciosa. Un amigo, un amante, una jefa te han dicho en distintos momentos que eres perfecta. Otro adjetivo envenenado. Y un día se enciende una chispa que genera una explosión nuclear. Se acabó. Ya basta de sobreadaptarte al entorno, al sistema. Ya es hora de dejar de ser una niña buena, un niño bueno. Enfádate. No hay que complacer, gustar y caer bien a todo el mundo. Rebélate. No hay que acatar todas las normas. Falla. Equivócate con tranquilidad. No tienes por qué cumplir expectativas ajenas. Confía en tu criterio. Pon límites. Defiende lo tuyo. Quiérete. Respétate. No seas buena. No seas bueno.