Tras un largo periodo de estudio y un reciente proceso de escucha a las familias, desde el colegio Irabia-Izaga hacemos pública esta semana nuestra decisión de cambiar de modelo educativo, pasando del actual modelo diferenciado a un modelo mixto. Hemos tomado esta medida con pena por su origen, pero afrontamos con optimismo el panorama que se abre ante nosotros.

El origen es el duro ataque que ha sufrido la educación diferenciada por parte de la LOMLOE, prohibiendo la financiación de la escolaridad para las familias que optan por ella. Se ha puesto en riesgo nuestro concierto con el Gobierno de Navarra y se ha privado de contenido, en la práctica, al derecho constitucional de los padres a optar en igualdad de condiciones por el modelo pedagógico que deseen para sus hijos. El Tribunal Constitucional, dando un sorprendente giro a su doctrina, avaló en abril esa prohibición.

Irabia-Izaga es, desde sus inicios, por expreso deseo de su principal impulsor, san Josemaría Escrivá, un colegio abierto a cualquier familia, con independencia de su poder adquisitivo. En sus casi sesenta años el colegio ha aportado a la sociedad 5.000 antiguos alumnos, muchos de los cuales han podido progresar gracias al ascensor social que Irabia-Izaga ha sido en estas décadas.

Los cerca de 1.900 alumnos de Irabia-Izaga forman parte hoy de una realidad integradora y de vanguardia educativa. La voluntad de innovación aplicada desde el principio, con métodos pedagógicos modernos y la incorporación del deporte como vehículo de formación y sociabilidad, continúa en la actualidad con otros proyectos como el uso del inglés como lengua vehicular, la línea musical y el Bachillerato Internacional.

Todo ello, accesible a chicas y chicos según el modelo de educación diferenciada, que atiende de forma personalizada –lo más opuesto a la segregación que se le pretende atribuir– a sus distintos ritmos madurativos y ha demostrado su validez en numerosos países avanzados, tanto en colegios privados como públicos.

Sin embargo, para conservar rasgos importantes de nuestra identidad, como su apertura a familias de cualquier condición socioeconómica, y deseando seguir sirviendo a la sociedad navarra, afrontamos ahora por imperativo legal el reto de convertirnos en un centro mixto en todas sus etapas, a partir del 1 de septiembre de 2024.

Afrontamos el cambio actual, camino de nuestro 60 aniversario en 2024, con la confianza que nos da tanto la capacidad de innovación de nuestra organización como la implicación de todas las personas involucradas en nuestro proyecto: padres, profesores, personal no docente y alumnos, unidos, afrontaremos con éxito esta nueva página de nuestra historia.

Para seguir creciendo, cuidaremos nuestras raíces: entre otras, la identidad cristiana del colegio y su vivificación siguiendo las enseñanzas de san Josemaría Escrivá. De hecho, seguirá existiendo una colaboración con el Opus Dei, que se materializará principalmente a través de las personas que viven su espíritu y procuran mantener actual la misión del colegio.

En los últimos años hemos sostenido que haríamos lo necesario para conservar los conciertos, pues no podíamos dejar de lado a centenares de familias por motivos económicos; para conseguirlo, hemos decidido el cambio de modelo educativo. Mantenemos ahora que, en el futuro, renunciaremos a lo que haga falta para conservar otro rasgo esencial de nuestro colegio, si fuera atacado: su identidad cristiana y los valores inherentes a ella.

Tras casi 60 años de historia, surge espontáneamente un sentimiento de gratitud. Gracias a todas las familias –muy especialmente a las primeras– que nos han confiado la formación de sus hijos. Gracias a todo el personal de Irabia-Izaga, que trabaja con gran profesionalidad y dedicación. Gracias a nuestros alumnos y antiguos alumnos. Gracias a los empresarios que formaron el grupo promotor del colegio y que, con tanta generosidad y sacrificio, facilitaron unas instalaciones adecuadas a la dimensión social de nuestra identidad.

Gracias, en fin, a toda la sociedad navarra, de la que, orgullosamente, formamos parte.

*El autor es presidente de la Asociación Irabia-Izaga