Recién designado primer ministro de Francia con 34 años que ni siquiera aparenta: Según a qué analista atienda, Macron lo ha elegido como gran apuesta y golpe de efecto o como último cartucho. Desconozco los intríngulis de la política francesa como para atreverme a pronunciarme sobre cuál de las dos teorías es más atinada.

Si me guio por la pura intuición, creo que estamos más ante lo segundo que ante lo primero. No parece que el presidente galo viva sus mejoras días. Con la calle eternamente puesta en pie por esto o por aquello, liderando un conglomerado político cada vez con menos fuste y, sobre todo, con la extrema derecha tradicional (ahora Reagrupamiento Nacional) nuevamente en avance imparable, el inquilino del Eliseo parece necesitado de un revulsivo... que quizá pueda ser su heredero. Se verá.