Cuando pasas de una edad, da igual lo joven que te sientas, muchas cosas cambias aunque cueste aceptarlas. Llega un día en que en las cenas y comidas de amigos y amigas es normal acabar con la misma conversación: cómo vamos a envejecer, abriendo la posibilidad soñada de envejecer juntos, viviendo de una manera comunitaria, compartiendo servicios y cuidados, pero cada uno y una con su espacio. Lo piensas lo mismo en el Caribe, porque puestos a soñar dicen que no hay que tener sueños pequeños, que en el pueblo, el barrio o a la vuelta de la esquina. Y te ves allí, con tus amigas de siempre, en clases de baile, haciendo pilates, hablando, tomando algo, cocinando, riendo juntas y cuidándonos cuando llegan las horas bajas, cada una con sus cosas y manías de la edad.

Alejando la soledad, esa compañera inoportuna cuando no es deseada, que se asienta a tu lado en un determinado momento aprovechando las ausencias del paso de los años. La idea ronda más cuando no se tienen hijos, aunque hoy en día casi da igual, porque las vidas de los hijos e hijas discurren a veces a distancias tan lejanas que hacen difícil la antigua idea de que sean ellos o ellas quienes cuiden de los padres, aunque les atiendan.

El caso es que hoy en día tener recursos es esencial para garantizarte un final de vida de calidad, y no todo el mundo los tiene. Aunque hay opciones, y debería haber más. Casi todos y todas tenemos que ir asumiendo que llegará un día en que nos tocará vivir solos o solas. Ojalá sea lejano, pero cuando llegue, sería bueno tener un apoyo suficiente alrededor para no sentir esa soledad como una amenaza. Y creo que es en esa nueva forma en la que nos gustaría envejecer donde se asienta el proyecto de la cooperativa Etxekide, el primer cohousing de Navarra para personas mayores. Hay años de trabajo, ilusiones y esfuerzo de muchas personas para sacarlo adelante y ahora por fin parece que ve la luz y va tomando forma de viviendas con sus zonas comunes, jardines y hasta huerto comunitario.

Una alternativa residencial que permita a los y las mayores envejecer en entornos comunitarios, pero con viviendas individuales que garanticen privacidad y al mismo el cuidado cuando lleguen situaciones de dependencia. “Se trata de un modelo comunitario autogestionado, donde todas las personas comparten decisiones, responsabilidades y tareas, manteniendo al mismo tiempo la independencia e intimidad de cada persona usuaria” dicen los promotores. Y suena muy bien. Es otra forma de vivir la vejez de una manera compartida, consciente y solidaria.