Resulta que nos morimos. Todos los días. Y creo que dentro del drama se agradece un poco de comedia. No me parece una falta de respeto, sino liberar carga durante unos segundos. Hace un año un amigo asistía a un funeral cuando le saltó al cuello una anécdota que le habíamos contado otra amiga y yo. El párroco que en ese instante oficiaba la misa en episodios anteriores a ser cura había sido otras cosas. Concretamente en el capítulo Adolescencia un chico que durante lo que se denominaba un viaje cultural se había introducido bajo las sábanas de la cama que compartíamos esta amiga y yo con la intención de alargar el día y echar unas risas, que es justo lo que hicimos y lo que convirtió en memorable aquella jornada. El espacio era lo de menos. Podíamos habernos metido en un armario, en el frigorífico o en una cisterna, pero no cabíamos. Ojalá hoy siga siendo tan buen tipo, tan divertido y tan querible. En medio del funeral, con aquel chaval ya crecido, vestido con túnica y haciendo su trabajo desde el púlpito, mi amigo recordó la historia. No sé si sonrió o se rió hacia dentro. Estas conexiones neuronales que establece el cerebro en momentos intempestivos me parecen oro. En un entierro al que asistí, mientras el sacerdote trataba de hacerse oír en el cementerio rodeado por familiares, íntimos del fallecido y el estruendo de una pala excavadora, volvió a ocurrir. Aunque el conductor era dios, también es cierto que no disponía de espacio para maniobrar. De pronto metió marcha atrás sin ver a un señor que, para evitar morir atropellado, dio un salto lateral y estuvo a punto de caer dentro del hoyo. Fui la única que lo vio y se me escapó una risa que, al contenerla, sonó a ahogo. La mujer que tenía al lado me dio un abrazo apretado y un pañuelo de papel. Estas cosas pasan. Acabo de leer la esquela con la que una mujer y unos hijos tinerfeños despide a su marido y padre. “Procrastinador, ateo, maricón y anarquista. Abierto de miras, y más de frente. El último gran ceramista de Canarias, el hombre que pudo ser gay”. Pura vida.