Volveré a dejar claro desde el arranque de estas líneas que soy partidario de una ley de amnistía para los encausados por el procés. Como sostuve cuando también defendí los indultos a los dirigentes soberanistas encarcelados, no se trata de una querencia por las legislaciones excepcionales sino de algo más primario. Es la única forma de reparar la barbaridad judicial con ánimo de escarmiento ejemplarizante que se cometió en su día.

Aquella ofensiva togada arropada desde terminales políticas y mediáticas está en el origen del dislate que se trata de corregir hoy a través de procedimientos poco ortodoxos. El colmo de la paradoja es que el partido que lidera el encaje de bolillos de la medida de gracia, el PSOE, hasta hace un año se había mostrado radicalmente en contra de la amnistía.

Se toca lo intocable

Lo recuerdo una vez más para que no se nos olvide que no estamos ante una cuestión de principios ni de convicción sino de pura supervivencia política. El propio Pedro Sánchez, con un cinismo que desconozco por qué algunos le aplaudieron, confesó que se trataba de “hacer de la necesidad virtud”. Está en las hemerotecas.

Lo que ocurre es que la tal virtud mengua en proporción al crecimiento de la necesidad de mantenerse en Moncloa al precio que sea. Y lo acabamos de comprobar en el pomposamente anunciado nuevo acuerdo con Junts (y ERC, haciendo de paquete) para darle un revolcón al texto incial sobre la amnistía que los liderados por Carles Puigdemont tumbaron en el Congreso el pasado 30 de enero para pasmo de propios y extraños.

Claro que ese asombro languidece al comprobar cómo se han sucedido los acontecimientos. Resulta que aquel texto que los socialistas dijeron que no solamente era inmejorable sino intocable acaba de ser ampliamente modificado en aspectos esenciales. Y lo que es directamente para despiporrarse de la risa es que se nos jura ahora que le da mil vueltas a la versión anterior porque responde a las exigencias europeas y no se constriñe al restrictivo código penal español.

Vuelvo al principio. Estoy a favor de la ley de amnistía. Pero añado que considero innecesario que nos tomen el pelo.