"¿Que no sabes de qué escribir? Pues escribe de la molienda?” Me dice Ascen mientras la Jarauta 69 toca uno de sus temas clásicos, Moliendo café, en el comienzo de la calle Curia. Y aquí estoy, haciéndole caso, intentando poner palabras a uno de esos momentos de inadvertida felicidad (como el libro de Piccolo Francesco), que nos brinda la fiesta en sus noches imprevisibles, cuando te dejas llevar, que son las mejores. Difícil describir las emociones, recuerdos, vivencias y sensaciones que supone poder bailar y cantar con la Jarauta 69 entre amigas, amigos y familia. Porque sobre todo eso es lo que es esta txaranga tan especial e imprescindible en la banda sonora de los Sanfermines. Un refugio seguro. Un espacio de buen rollo. Te la encuentras aunque no la busques, porque tiene citas fijas. Con sus temas de siempre y los de ahora, su público, también el de siempre. Son muchos años ya, de estar ahí, de no fallar. En las noches buenas pero también en los días malos. Que de todo hay. Son un punto de encuentro para los que se quieren encontrar, para compartir un trocito de vida, de esos que te llevas en la mochila, de los que hay que exprimir al máximo porque no vuelven. Pero siempre quedan.